miércoles, 16 de marzo de 2011

Cuba: Las polillas son eternas

Gramma Por Jesús Ruiz Nestosa

ABC Digital

SALAMANCA. - Abrir el periódico “Granma”, órgano oficial del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, es como abrir un viejo baúl en el que se ha guardado la ropa de lana mucho tiempo, y lo primero que salta al aire es una nube de polillas que oscurecen el sol.

Le sigue un olor a rancio, a humedad, a cosa cerrada durante mucho tiempo, como si se hubiera quedado allí enclaustrado el mismo aire de décadas atrás.

En su sección “Reflexiones de nuestro compañero Fidel” se incluye un largo artículo que, además de insistir en el mismo tema desde hace cincuenta años, ni siquiera resulta ingenioso por su forma de encararlo. No hace falta que lo diga; pero por las dudas: la amenaza del imperialismo. Con la edad que tiene es evidente que se ha convertido en una idea fija, una idea cristalizada.

En su edición del pasado 21 de febrero y bajo el título de “El plan de la OTAN es ocupar Libia” busca darle una interpretación de su particularísimo modo de ver las cosas. Es penoso ver la imagen que nos ofrece este hombre que en un momento fue punto de referencia de muchos políticos y de jóvenes que buscaban mejores perspectivas para el futuro; decadente, cansino, no habla sino que sienta cátedra y, lo que es peor, autorreferente. Vale decir, él es la medida de todo, “su” revolución es el espejo donde deben mirarse todas las revoluciones. Pero el tiempo ya lo dejó atrás.

En el artículo de referencia, dice: “El petróleo se convirtió en la principal riqueza en manos de las grandes transnacionales yanquis; a través de esa fuente de energía dispusieron de un instrumento que acrecentó considerablemente su poder político en el mundo. Fue su principal arma cuando decidieron liquidar fácilmente a la Revolución Cubana tan pronto se promulgaron las primeras leyes justas y soberanas en nuestra Patria: privarla de petróleo”. Y más adelante agrega: “Lo que para mí es absolutamente evidente es que al Gobierno de Estados Unidos no le preocupa en absoluto la paz en Libia, y no vacilará en dar a la OTAN la orden de invadir ese país rico, tal vez en cuestión de horas o muy breves días”.

Castro comienza hablando de “su” revolución, porque las sanciones a cualquier otro país no son tan graves como las que él sufre, porque él “es” Cuba. Termina desembocando en la OTAN para lograr el petróleo de Libia que ya lo obtenían los Estados Unidos y Europa mientras miraban hacia otro lado cuando Muamar el Gadafi se paseaba por el mundo con sus amazonas vírgenes, sus camellos, sus uniformes pensados para una película de Fellini y colgando del pecho, como si fuera una condecoración, una fotografía del líder libio Omar el Mojtar rodeado por miembros del ejército italiano que lo apresaron en 1931 y lo ajusticiaron luego. Su sensibilidad patriótica y admiración por un combatiente contra la ocupación italiana no le impidieron hacer negocios de miles de millones de euros (se habla de 70.000 millones) con Silvio Berlusconi.

La obsesión de Castro persiste: “Una persona honesta estará siempre contra cualquier injusticia que se cometa con cualquier pueblo del mundo, y la peor de ellas, en este instante, sería guardar silencio ante el crimen que la OTAN se prepara a cometer contra el pueblo libio”. Tiene casi toda la razón. Solo que el crimen que se está cometiendo contra el pueblo libio es responsabilidad de Muamar el Gadafi y su hijo Jamis quienes no han dudado un solo instante en ordenar al ejército que disparara contra sus propios connacionales.

Castro y su séquito Daniel Ortega, Hugo Chávez y Evo Morales, no pueden aceptar que un pueblo quiera ser libre, que se levante contra la opresión. Atrás de todo intento de terminar con los dictadores, con los crueles tiranos que hicieron construir las salas de tortura y los calabozos en los sótanos de sus propios palacios (véanse las fotografías del palacio que Gadafi tenía en Bengasi), ellos solo ven “el imperio”, los ejércitos de la OTAN. Todo lo que huela a libertad, para ellos, huele a podrido y toda manifestación de reclamo de derechos civiles y políticos, una potencial amenaza. Cuando Castro habla de “su” revolución y que entonces “se promulgaron las primeras leyes justas y soberanas en nuestra Patria”, los resultados de esa justicia y esa soberanía están a la vista: un pueblo sumido en el terror y el hambre.

Japón y la falacia de la ventana rota

Japón y la falacia de la ventana rota

Por George Melloan

The Wall Street Journal

[Japón]
A Japón le sobran los problemas: una población envejecida, 20 años de lento crecimiento económico y un gobierno inestable debido a que los reaccionarios en el parlamento se resisten a significativas reformas de libre mercado. Ahora ha sido golpeada por la gran tragedia del terremoto y la crisis nuclear. Un importante peligro post-desastre es que las autoridades japonesas gestionen mal la recuperación, con desafortunadas consecuencias para la economía global.

La primera prueba para el gobierno se presentó casi inmediatamente y su reacción ha generado preguntas. Luego de la catástrofe de la semana pasada, el valor del yen japonés en realidad subió frente al dólar de Estados Unidos. Aunque a primera vista esto podría parecer contraintuitivo, los corredores de divisas ofrecieron una explicación plausible.

Su apuesta era que la demanda de yenes subiría a medida que las empresas japonesas y el gobierno se veían forzados a convertir parte de sus amplias reservas en dólares a yenes para financiar la reconstrucción. Con el dólar ya débil a nivel internacional, no hizo falta mucho para inclinar la balanza a favor de un yen más fuerte.

Naturalmente, esto hizo sonar las alarmas en el Banco de Japón (BOJ, por sus siglas en inglés). Un yen fortalecido, que ya está atrayendo capital internacional en busca de un refugio más seguro que el dólar, podría debilitar la competitividad de los exportadores japoneses en el momento más inoportuno. El terremoto derrumbó el índice Nikkei de la bolsa de Tokio. Como respuesta, el BOJ prometió una masiva inyección de efectivo en el mercado: la cantidad récord de 15 billones de yenes (unos US$183.000 millones). El gobernador del BOJ, Masaaki Shirakawa, prometió una "masiva" liquidez para combatir la apreciación del yen. La intervención del banco estabilizó el lunes la relación entre el yen y el dólar.

Se trata de una reacción típica del presidente de un banco central a un acontecimiento semejante. Podría argumentarse que las compañías que ya han sido golpeadas con pérdidas materiales incalculables y el trauma de una gran cantidad de víctimas mortales en sus comunidades deberían quedar protegidas, en la medida de lo posible, de un incremento de los costos del mercado cambiario, a medida que se preparan para la reconstrucción. Los compañías de seguros ya enfrentan pérdidas masivas; los cálculos preliminares las cifran en alrededor de US$35.000 millones. Y, por supuesto, el desastre incrementó los riesgos crediticios.

Pero, ¿qué pasa con el riesgo a una sobrerreación no solamente al desastre en Japón sino a la estabilidad financiera internacional? Con la Reserva Federal de EE.UU. (Fed) inyectando dólares y Europa luchando contra la posibilidad de que sus deudas soberanas amenacen la solidez del euro, el mundo se había fijado en el BOJ como un posible salvavidas en un mar de incertidumbre financiera. ¿Están el tsunami y Shirakawa hundiendo esta frágil esperanza mediante una impresión excesiva de yenes que debilitará la moneda?

Hay un precedente a tener en cuenta. La Fed reaccionó de forma parecida en 2005 luego de que el huracán Katrina arrasara Nueva Orleans y otras ciudades de la costa del Golfo de México. Prolongó una ya generosa política del dólar en un momento en que la economía se estaba recuperando.

A pesar de Katrina, la economía estadounidense creció 3,1% en el tercer trimestre de ese año y alcanzó un nivel de crecimiento de 5,4% en el primer trimestre de 2006. Pero todos sabemos que la consecuencia del fracaso de la Fed a la hora de endurecer la política monetaria fue una burbuja de créditos y activos que causó estragos en los mercados financieros del mundo cuando se desinfló en 2007.

El Japón de hoy no es el Estados Unidos de 2005. Sufrió su propia crisis activos en la década de los 80 y pagó un alto precio cuando el BOJ deliberadamente pinchó la burbuja para evitar que se siguiera inflando. La economía no estaba recuperándose a toda máquina en el momento en que azotó el terremoto el viernes pasado. El crecimiento ha estado relativamente estancado este año.

Larry Summers, el ex asesor económico del presidente Barack Obama, sostiene que la reconstrucción que seguirá al sismo podría incluso estimular el nivel de crecimiento económico, como ocurrió después del terremoto de Kobe en 1995. Bueno, quizás, aunque eso no es seguro dado el daño que ha sufrido la red eléctrica como consecuencia del cierre de las instalaciones nucleares debido a los problemas que el terremoto generó en sus sistemas de enfriamiento. Es difícil que un crecimiento mayor del Producto Interno Bruto compense las gigantescas pérdidas en vidas y riqueza nacional. Como señaló el renombrado economista del siglo XXI Frédéric Bastiat en la "falacia de la ventana rota", el crecimiento del PIB que se produce por la reconstrucción no trae ninguna ganancia neta a la riqueza de la sociedad. Simplemente sustituye, con el tiempo, lo que se perdió. "La destrucción no es rentable", escribió.

Algunos economistas tienen la esperanza de que el desastre, al unificar al pueblo japonés y a la clase política en la tarea de la reconstrucción, conducirá a las necesarias reformas políticas, como la reducción de la burocracia del gobierno. Esto tiene sentido. Los desastres crean una nueva unidad y determinación.

Pero también puede ocurrir lo contrario. La clase política japonesa, al igual que el gobierno actual en Washington, está fuertemente influida por las teorías keynesianas que ven el gobierno como la solución para todos los problemas. Por ejemplo, parece improbable que Japón altere su sistema de ahorros postal (que castiga a los pequeños ahorristas con bajos retornos) en un momento en que el gobierno enfrentará inmensos gastos para la reparación de la infraestructura. Tampoco es probable que se embarque en una reducción de la masiva deuda soberana.

Como recientemente hizo notar el economista David Malpass: "Katrina puede haber disminuido la capacidad del gobierno de George W Bush de lograr reformas estructurales de cara a los impuestos, el Seguro Social y el presupuesto, y puede haber desviado la atención de los desastres en curso en ese momento en materia de política monetaria, regulatoria y de vivienda".

La reacción del Banco de Japón al desastre del viernes 11 de marzo no es muy alentadora en este sentido. Es lo que se podría esperar de un banco central bajo esas circunstancias, y se parece mucho a la forma en que la Fed reaccionó a Katrina y a la crisis financiera a fines de 2008. ¿Pero acaso ha tenido eso un gran éxito?

—Melloan, ex columnista y subdirector de la página editorial de The Wall Street Journal, es autor de 'The Great Money Binge: spending our way to socialism' (algo así como 'El gran derroche monetario: nuestro camino al socialismo a golpe de bolsillo).

EXCLUSIVA -- El hijo de Gadafi revela que Libia pagó la campaña electora...

Miles de japoneses huyen de Tokio por temor a una nube...

Los rebeldes temen un baño de sangre

Los rebeldes temen un baño de sangre ante la ofensiva de Gadafi

El Ejército da un ultimátum a los habitantes de Bengasi para que aabandonen la ciudad.- Mientras el dirigente libio asegura que no va a haber combates en el principal bastión de los opositores, anuncia para hoy la "batalla decisiva" para tomar el control de Misrata

JUAN MIGUEL MUÑOZ / AGENCIAS | Tobruk (Enviado Especial)

Un bando, las fuerzas de Muamar el Gadafi, está crecido, ataca con vigor a los rebeldes y desafía a Occidente y al presidente francés, Nicolas Sarkozy. El otro, los insurgentes de Libia, desmoralizado y esperando lo peor ante la inacción de las potencias mundiales: un baño de sangre. Y ambos propagan rumores para elevar la moral de los suyos y abatir la voluntad del enemigo. Pero las tropas del dictador, a tiro de piedra de Bengasi, la ciudad cuna del alzamiento, mantienen sin duda la iniciativa y bombardean las poblaciones donde aún ondea la bandera tricolor de los opositores al régimen, en evidente repliegue desde el desierto a las zonas urbanas. Muchos expertos opinan que la guerra de guerrillas en las ciudades, al menos en la región de Cirenaica, está próxima.

Decenas de refugiados tunecinos
Ampliar

Esta noche las tropas de Gadafi han dado un paso más en su ofensiva. El Ejército lanzó un ultimátum para que los civiles abandonaran antes de medianoche (hora española) zonas clave Bengasi de cara a potenciales bombardeos en la segunda mayor ciudad del país y bastión de los opositores. Pero pasadas las doce de la noche la vida en la ciudad era normal y silenciosa, según relataban varios testigos a la agencia Reuters. Jibril al-Huweidi, doctor en el Jalaa Hospital de Bengasi, cuenta como a esa hora aún escuchaba los sonidos de las ambulancias yendo de Bengasi a Ajdabiya, "algo que no podrían hacer rápidamente si las fuerzas del mal estuvieran cerca de Bengasi", decía a Reuters.

Poco después del anuncio del Ejército, Gadafi aseguraba que no prevé que se produzca ningún combate ni batalla entre sus tropas y los opositores a su régimen. "Todos los lugares donde (los rebeldes) se han fortificado, están siendo ahora esterilizados con la ayuda de la población, que nos dicen donde se localizan", aseguraba el líder libio en una entrevista a la televisión libanesa LBC. Pero no ha dicho lo mismo de Misrata, ciudad en la que ha asegurado que este jueves se va a librar la "batalla decisiva" para retomar el control, según una imágenes difundidas por la televisión nacional.

Una opinión totalmente contraria a la del embajador adjunto de Libia ante la ONU, Ibrahim Dabashi, quien cree que si la comunidad internacional no actúa rápidamente se va a producir "un verdadero genocidio en el país", por lo que pidió ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que el organismo autorice bombardeos "quirúrgicos" contra las tropas fieles a Gadafi. La población ha ayudado a limpiar la ciudad de elementos "terroristas" y de "Al Qaeda", ha dicho. Pero parece que tendrá que esperar, porque tras varias horas la reunión del Consejo de Seguridad terminó esta madrugada (hora española) sin la aprobación de la resolución que establece la prohibición de cualquier vuelo sobre Libia, aunque van a continuar este jueves con las negociaciones con la intención de someterla al fin a votación.

A juicio de Dabashi, el primer diplomático en desmarcarse del régimen al inicio de las revueltas, la comunidad internacional debe actuar en las próximas 10 horas si quiere ayudar a contener la ofensiva gubernamental contra los rebeldes. El diplomático asegura que el régimen libio ha reunido a un grupo de mercenarios ex combatientes de guerras civiles africanas que se desplazan en una columna de 400 vehículos hacia la localidad sitiada de Ajdabiya, a 160 kilómetros de Bengasi. "Sus fuerzas no han conseguido tomarla, así que ha traído este gran destacamento de mercenarios. Nos han dicho que sus instrucciones son destruirlo todo y matar a todo el que encuentren", añadió.

Ataques de los bandos

De creer a los opositores a Gadafi, edificios de Trípoli fueron bombardeados la noche del martes y dos hijos del coronel ?Saadi y Jamis, el jefe de la temida Brigada 32? fueron heridos. También aseguran que uno de los cazabombarderos de su escuálido arsenal destruyó el aeropuerto de Sirte, bastión del tirano. Más verosímil es que el aeropuerto militar de Bengasi sí fue atacado desde el aire e inutilizado por la aviación de Gadafi, uno de cuyos hijos, Saif al Islam, aseguró que financió la campaña presidencial de Sarkozy. "Tenemos pruebas", amenazó.

Propaganda al margen, los soldados a las órdenes del autócrata arremetieron contra los milicianos en Ajdabiya ?a unos 150 kilómetros de Bengasi? y les forzaron a retroceder. La artillería también lanzó sus proyectiles contra Misrata, a 200 kilómetros al este de Trípoli. Imposible saber con exactitud el número de muertos en este conflicto que hoy cumple un mes. "En 48 horas todo habrá terminado", advirtió Saif el Islam. Su padre añadió, apuntando a los países occidentales: "¿queréis atacarnos? Venid e intentadlo", dijo mientras el Consejo de Seguridad de la ONU se reunía ayer por primera para discutir un borrador que establece la zona de exclusión aérea y aumenta las sanciones ya impuestas a Gadafi.

Los libios no dudan de que las atrocidades que han jalonado las cuatro décadas desde la instauración de la Jamahiriya ?la república de las masas? volverán a ser moneda común si Gadafi conserva el sillón. Pensar que la mayoría de opositores podrían acogerse a la amnistía anunciada por el sátrapa para quienes entreguen las armas tiene poco sentido. Cunde el nerviosismo en las rebeldes Bengasi y Tobruk, aunque muchos creen que les queda una baza por jugar. Ocho hombres llegan a la sede del consejo local de Tobruk ?más de 150.000 habitantes? y comienzan una discusión. Piden armas. "Si la guerra llega aquí, todos lucharán. Este señor", dice un miembro del consejo señalando a un cincuentón, "quiere Kaláshnikov para sus hijos".

Con escasas esperanzas en que el Consejo de Seguridad de la ONU ordene a tiempo la zona de exclusión aérea ?si finalmente se aprueba?, en el panorama bélico es cada vez más probable que la insurgencia organizará una guerra de guerrillas en las ciudades para intentar golpear por sorpresa a las fuerzas del dictador. En otros países, los insurrectos se refugiaban en las montañas, en países vecinos, en las selvas... Libia es puro desierto. Y Egipto, Túnez o Argelia no permitirán la expansión de la lucha a sus territorios. Las zonas urbanas son las únicas donde los rebeldes pueden resistir.

En Bengasi, Darna, Al Baida, Tobruk ?las ciudades de Cirenaica donde la oposición al régimen de Gadafi echó raíces poco después del golpe que derrocó al rey Idris en 1969? prevalece el deseo de combatir. "Si Gadafi se hace con el control deberá afrontar nuevas divisiones regionales y tribales. Grandes segmentos de la población se negarán a darle la información que necesitaría para enfrentarse a una guerrilla urbana. Podría controlar edificios clave, pero eso no significa tener un control real de la seguridad", explicó a Reuters Yazid Sayig, profesor del King's College de Londres. Sería una larga batalla.

Japón lanza una operación de emergencia

Japón lanza una operación de emergencia para evitar una fusión

Los residuos radiactivos del reactor 4 quedan al descubierto en la piscina. -Un camión inyectará agua en la piscina del reactor 4. -Helicópteros rocían el reactor 3. -La operación es vital porque una fusión de los residuos dificultaría seguir con las operaciones. -EE UU alerta de que la radiación es extremadamente alta . -El OIEA confirma que los núcleos de los reactores 1, 2 y 3 corren riesgo de fusión.- Washington pide a sus ciudadanos que no se acerquen a menos de 80 km y Londres les dice que se planteen dejar Tokio

GEORGINA HIGUERAS / YOLANDA MONGE | Niigata (ENVIADA ESPECIAL) / Washington

Medidas desesperadas para una situación desesperante. Una operación de emergencia ha comenzado en la central de Fukushima. Los reactores 3 y 4 están perdiendo mucho agua, y el Gobierno japonés ha comenzado a rociar con agua de mar el reactor 3 (el más peligroso porque contiene plutonio en lugar de uranio) usando helicópteros del Ejército que lanzan en cada vuelo 7.500 litros. A pesar de que el reactor 4 es en este momento prioritario por los altos niveles de radiación que desprende, son las propias emisiones las que desaconsejan una operación aérea sobre él. Un camión cisterna de la policía metropolitana ha llegado ya a la central para comenzar a inyectar agua en la piscina del reactor a través de un agujero en el muro. Si las barras de residuos que contienen esta piscina (altamente contaminantes) se fusionan, el material radiactivo saldrá a la atmósfera. "Esta operación tiene que ser exitosa", han explicado ingenieros de Tepco en la televisión japonesa NHK. "Es prioritario que tenga éxito: de ella dependen las demás intervenciones", aseguraban. Si no se consiguiera evitar esa fusión, los niveles de radiación serían demasiado altos como para que los trabajadores pudieran seguir trabajando en las labores de extinción de incendios y refrigeración.

Grafico

Alerta por radiación en la central de Fukushima I

GRAFICO - El Pais - 16-03-2011

Situación de los reactores de la central de Fukushima afectados por el terremoto y el tsunami. - EL PAÍS

El Ministerio de Defensa ha concedido su autorización para la operación pese a que el miércoles la había cancelado por las dificultades técnicas derivadas del excesivo nivel de radiación. Aunque ésta no ha desaparecido, parece más urgente la necesidad de frenar su calentamiento.

Las radiaciones en la central de Fukushima, seriamente dañada por el terremoto y el tsunami del pasado viernes, son "extremadamente altas" según la Comisión Reguladora Nuclear de Estados Unidos (NRC, siglas en inglés). El presidente de ese organismo, Gregory Jaczko, ha dicho en una comisión parlamentaria que hay "altos niveles de radiación" alrededor del reactor 4, lo que complica el trabajo de los operarios que trabajan allí. "Las dosis [de radiación] que podrían recibir pueden ser potencialmente letales en un breve periodo de tiempo".

Es complicado imaginarse la pesadilla dentro de la planta. El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) ha difundido en su Facebook una nota con el balance de heridos hasta ahora. Entre los 23 heridos hay huesos rotos, contaminados por radiación, afectados por las diversas explosiones de los reactores... El cuadro parece preocupante para la salud de los ya conocidos como "valientes de Fukushima".

EE UU ha pedido a sus ciudadanos que viven a menos de 80 kilómetros de la central que abandonen el área o eviten salir de casa; mientras, Reino Unidos, siguiendo el ejemplo de Francia, ha informado a sus nacionales de que deben plantearse la posibilidad de irse de Tokio, a 240 kilómetros de la planta de Fukushima I.

Aunque hoy el Organismo Internacional de Energía Atómica ha confirmado que los núcleos de los reactores 1, 2 y 3 de la central están dañados; la principal fuente de radiaciones ahora mismo está en el reactor 4, cuya piscina de residuos ha experimentado una bajada en el nivel de agua dejando al aire las barras de combustible usado, que son más radiactivas que cuando están en funcionamiento. En el momento en que las barras se reemplazan por unas nuevas, las viejas son depositadas en una pileta y cubiertas de agua, que circula por un circuito cerrado para refrigerar las barras. La NISA había informado previamente que se estaba preparando la inyección de agua tanto en esa piscina como en la del reactor 3, cuyo nivel de agua también ha descendido.

Sin embargo, siempre de acuerdo con la Comisión de Regulación Nuclear estadounidense, la subida de radiación podría dificultar los trabajos necesarios para recuperar el control en ese edificio, seriamente dañado por los dos fuegos que se han producido en los últimos días. La subida de los niveles de radiactividad ya provocó la pasada noche una evacuación durante unas horas de los trabajadores que quedaban en la central. Eran medio centenar de personas, ya que la mayoría de los 800 que en principio estaban, habían sido evacuados un día antes tras el empeoramiento de la situación. Tras unas horas con la central vacía, 180 operarios volvieron a Fukushima en un nuevo esfuerzo para refrigerar los reactores y las piscinas de combustible usado de la central. En los últimos días se ha intentado incluso con helicópteros, pero la operación ha tenido que ser abortada por los altos índices de radiactividad. No obstante, el Gobierno nipón mantiene la zona de evacuación en 20 kilómetros a la redonda de la planta y sostiene que los niveles radiactivos detectados no son perjudiciales para la salud.

A los graves problemas que presentan ya cuatro reactores, se suma la subida de la temperatura de las piscinas de los reactores 5 y 6, que están siendo refrigerados con ácido bórico y agua de mar. Estos dos, igual que el número 4, estaban desconectados para su revisión antes de que ocurriera el terremoto, pero pese a ello se han visto afectados por la rotura de los sistemas de refrigeración que provocó el tsunami. Nadie sabe dónde acabará la crisis de Fukushima.

Visita del OIEA

El director del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), el japonés Yukiya Amano, dijo anoche lo que su Gobierno callaba: el núcleo de tres de los seis reactores de la central siniestrada por el terremoto del pasado viernes están dañados, lo que facilita una fuga masiva radiactiva. El emperador Akihito, en un hecho sin precedentes, dirigió un mensaje televisado a la nación en el que pidió solidaridad y unidad ante los difíciles tiempos que aguardan a Japón.

Amano, que ha criticado al Ejecutivo de Naoto Kan por no suministrar una información clara y completa de los daños causados en la central por el seísmo de magnitud 9 en la escala Richter y el tsunami con olas de hasta 10 metros, anunció que viajaría hoy a Tokio para contrastar los datos y ofrecer toda la ayuda del OIEA para hacer frente a la gigantesca crisis que comienza a desatarse. "La situación es muy grave", afirmó Amano. "Hemos confirmado el daño en el núcleo de tres reactores", dijo a France Presse.

"Espero, sinceramente, que uniendo esfuerzos podamos impedir que la situación empeore", declaró el emperador, de 77 años, después de tratar de preparar a su pueblo para más desgracias de las vistas estos aciagos días.

Ayuda de EE UU

Estados Unidos tiene dos expertos sobre el terreno que tienen como misión informar a la embajada estadounidense sobre el desarrollo de los acontecimientos dentro de un equipo de la Agencia Internacional estadounidense para el Desarrollo (USAID).

Además de pedir precaución a sus ciudadanos que vivan a menos de 80 kilómetros de la central, el Pentágono ha anunciado la prohibición a todo su personal de entrar en esa área sin una autorización especial. Puesto que el Ejército estadounidense participa en las labores de emergencia, también ha anunciado que administrará tabletas de yoduro de potasio como medida preventiva a sus tripulaciones aéreas, un elemento encaminado a reducir el riesgo de las partículas radiactivas sobre la glándula tiroides.

En rueda de prensa en la Casa Blanca, Jaczko ha informado de que la NRC ha respondido a la petición de ayuda del Gobierno japonés para enfriar los reactores nucleares. "Es una situación seria y seguiremos aportando toda la asistencia que se nos pida", declaró Jaczko.

Tanto Jackzo como el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, han reiterado que pese a lo ocurrido en Japón, el Gobierno no variar su política de apoyo a la energía nuclear, uno de los pilares de la estrategia energética del presidente Barack Obama para reducir la dependencia del petróleo extranjero.

La de ayer fue una jornada sin respiro, en la que la situación de la central se fue complicando minuto a minuto mucho antes de que amaneciera: primero, el incendio apagado el día anterior en el reactor número 4 se reactivó mientras la atención estaba centrada en el número 3, en el que ya se habían detectado fallos en la contención que lo recubre, según reconoció en una conferencia de prensa el ministro portavoz Yukio Edano.

Sin embargo, fue el escape radiactivo del reactor número 2 el que obligó a la compañía propietaria de la central, Tepco, a desalojar a los 50 operarios que se habían quedado en el infierno para tratar de impedir que se desencadenara la peor catástrofe del planeta. En esas circunstancias, "los trabajadores no podían realizar el más mínimo trabajo en la planta", dijo Edano.

Contra todo pronóstico y después de que fracasaran los intentos de lanzar agua con ácido bórico desde un helicóptero que trató inútilmente de acercarse al humeante reactor, la radiactividad se redujo a media mañana y los héroes pudieron volver al tajo. Esta vez, no han sido 50 sino 180 los operarios que han aceptado arriesgar sus vidas para tratar de salvar muchas más.

Pero tras la angustia por la enorme cantidad de muertos y heridos que han provocado el terremoto y el tsunami ?ayer el Gobierno reconoció que hay más de 12.000 muertos y desaparecidos?, los japoneses comienzan a dar signos evidentes de inquietud ante la desastrosa política informativa del Gobierno. Ya no les vale el llamamiento a la calma del primer ministro. Las aglomeraciones en las estaciones de tren y autobuses de Niigata revelan que se ha iniciado un éxodo masivo hacia el sur.

Niigata, capital de la provincia del mismo nombre vecina a Fukushima, es la principal ciudad del noroeste de Japón y la última a la que llega el shinkansen (el tren bala). Aquí vienen a embarcarse hacia el sur los que huyen del noreste, cuyas costas sufrieron el seísmo, el tsunami y en las que se encuentran las dos centrales de Fukushima y otras dos que también han tenido problemas, aunque menores.

Según el OIEA, todo apunta a que los núcleos de los reactores 1, 2 y 3 están dañados y pueden haberse fundido, al menos parcialmente, mientras que el problema del 3 y el 4 afecta a las piscinas en las que se encuentran las barras de combustible utilizado. En ambos casos se libera una enorme cantidad de radiactividad.

El Gobierno evacuó a los habitantes en un radio de 20 kilómetros pero a los que se residen entre los 20 y los 30 kilómetros, solo les ha pedido que mantengan ventanas y puertas de sus casas cerradas y que salgan a la calle lo menos posible. Yuhei Sato, gobernador de la provincia de Fukushima, criticó duramente al Gobierno por su política de evacuación.

Más de 500.000 personas han sido trasladadas a escuelas y edificios públicos, muchos de ellos sin agua, ni calefacción, ni luz, ni gas. La intensa nevada caída ayer en todo el norte agravó la situación tanto de los evacuados como de los cientos de equipos de rescate que rastrean el fango y los escombros en búsqueda de algún milagro y de los cuerpos de los miles de desaparecidos.

Tertulia económica con José Raga y Carmen Tomás - 16/03/11

Japón está al borde de una catástrofe devastadora

¿Ayuda externa o estorbo externo?

¿Ayuda externa o estorbo externo?

el dinero privado invertido por las organizaciones privadas es la mejor manera de ayudar a los más necesitados alrededor del mundo
Doug Bandow

El déficit del presupuesto federal llegará a la cifra récord de $1,65 billones en 2011. Entonces, ¿por qué Washington continúa subsidiando a gobiernos extranjeros?
Los Republicanos en el Congreso parecen estar determinados a reducir el gasto y uno de sus objetivos es la “ayuda” externa. Este año el Departamento de Estado perdería 16% de su presupuesto; la ayuda humanitaria se reduciría en un 41%.

La Secretaria de Estado Hillary Clinton advierte de una catástrofe: “Cortes de esta magnitud serán devastadores para nuestra seguridad nacional, nos dejarán sin la capacidad para responder a desastres inesperados y perjudicará nuestro liderazgo en el mundo”.

Ella citó la reciente agitación política en Egipto: “Necesitamos recursos para hacer el trabajo; de otra manera pagaremos un precio más alto en crisis posteriores, a las cuales se les permitirá cocinarse a fuego lento hasta que hiervan y se conviertan en conflictos”. También indicó el trabajo en Afganistán e Irak para argumentar que las reducciones propuestas serían “perjudiciales para la seguridad de EE.UU.”.

Incluso algunos conservadores han estado del lado de la Secretaria Clinton en este asunto. Por ejemplo, Jennifer Rubin, la Blogger de derecha del Washington Post, denominó al Senador Rand Paul (Republicano por el Estado de Kentucky) “neo-aislacionista” por proponer cortar lo que equivale a una asistencia social a nivel internacional.

A pesar de las aseveraciones extravagantes de la Secretaria Clinton, hay poca evidencia de que la ayuda externa favorece los intereses de EE.UU. Después de todo, si EE.UU. escribiendo cheques —más de un billón de dólares desde que se acabó la Segunda Guerra Mundial— hizo del mundo un mejor lugar, este debería estar en paz, los pobres deberían estar alimentados y la Segunda Venida de Cristo debería ser cosa del pasado.

Consideren a Egipto. La Secretaria Clinton argumentó que los eventos en Egipto requieren que los estadounidenses subsidien a los nuevos gobernadores militares. ¿Con qué propósito? EE.UU. aportó alrededor de $30.000 millones a Egipto a lo largo de las últimas tres décadas pero el país sigue siendo pobre y anti-democrático. De hecho, subvencionar la corrupta dictadura de Mubarak ayudó a convertir a Egipto en un volcán popular.

La administración de Obama ha propuesto gastar $8.700 millones en Afganistán, Pakistán e Irak el próximo año. Pero los resultados de los programas de asistencia en estas tres naciones no son mejores que aquellos obtenidos en Egipto.

Pakistán ha sido subvencionado por EE.UU. durante décadas. Tom Wright del Wall Street Journal reportó el mes pasado: “El programa ambicioso de ayuda civil está dirigido, parcialmente, a reafirmar el respaldo a EE.UU. en esta nación volátil y estratégicamente importante. Pero una serie de problemas en la práctica están dificultando la iniciativa”.

Los problemas tienen raíces profundas. Alejandro Quiro Flores y Alastair Smith de la Universidad de Nueva York aseveraron que “La dinámica de la ayuda externa es similar a aquella de la guerra de Pakistán en contra de los insurgentes: mientras EE.UU. esté dispuesto a pagarle a Pakistán cada vez más para erradicar a los extremistas, Pakistán no los derrotará decisivamente; la corrupción que trae consigo la ayuda para combatir el terrorismo supera con creces el costo político de algo de violencia continua.

El desperdicio, la ineficiencia y la corrupción que rodean los proyectos humanitarios en Afganistán e Irak son legendarios. No importa si estos conflictos son percibidos como algo que está mejorando o empeorando. Los funcionarios de las agencias o programas de ayuda externa siempre estarán a favor de un aumento en el financiamiento porque la situación está mejorando o empeorando.

Por lo menos hay un argumento de seguridad detrás de intentar de reforzar a los gobiernos aliados durante una guerra. ¿Qué hay de los $27.000 millones para ayuda externa que se han pedido para el próximo año? Desde que la Segunda Guerra Mundial llegó a su fin, EE.UU. y otras naciones ricas han gastado billones de dólares tratando de sacar de la pobreza a los países pobres. Estos desembolsos no han tenido algún impacto discernible sobre el crecimiento económico en el Tercer Mundo.

Sin duda algunos proyectos en algunos países han resultado en algunos beneficios. Pero los desperdicios de los proyectos de desarrollo fracasados plagan al mundo. Estudios detallados, que consideran varias naciones, no encuentran ni correlación ni causación entre la ayuda externa y el crecimiento. De hecho, las transferencias financieras generosas a dictadores corruptos muchas veces han impedido las reformas necesarias. Las elites políticas en países extranjeros no están de acuerdo en muchas cosas, pero todas quieren preservar su poder y su posición. Flores y Smith indican: “La indiferencia de los gobiernos autocráticos hacia el bienestar público es agravada con la ayuda externa”.

Después de décadas de fracaso los partidarios de la ayuda externa dicen que ahora lo están haciendo mejor. El presidente George W. Bush creó la Corporación Reto del Milenio (MCC, por sus siglas en inglés) para recompensar a los gobiernos con buenas políticas públicas. La MCC actualmente conduce programas multi-anuales con un valor de $7.200 millones en 20 países. Aún así, el Washington Times reportó en agosto del año pasado, que la agencia: “está dando miles de millones de dólares a naciones censuradas por el Departamento de Estado por la corrupción en el gobierno”.

J.P. Pham, del Comité Nacional sobre Política Exterior de EE.UU., dijo de Senegal lo siguiente: “Tenemos un gobierno que hacía todo bien, hasta que se pusieron en fila para obtener un subsidio de la MCC. Ellos saben las medidas [de corrupción] tienen un retardo de algunos años”. Senegal en algún momento fue considerado un “líder en África Occidental” en cuanto a democracia y economía, dijo el ex asistente del Secretario de Estado Todd Moss, pero “Lo que hemos visto es un declive muy marcado y preocupante en los últimos dos años”.

El Banco Mundial también ha enfatizado una mejor gobernabilidad. Pero, reportó Mary Anastasia O’Grady del Wall Street Journal: “En medio de un caos financiero que sacudió a los mercados internacionales de capitales… el Banco Mundial orgullosamente anunció un nuevo ‘paquete de asistencia’ de $250 millones para [El Salvador]. Pocos meses después, un escándalo estalló acerca de por qué una cantidad similar de dinero nunca fue explicada en las cuentas del gobierno”.

Los incentivos en la ayuda externa están mal. Tate Watkins del Mercatus Center dijo: “La ayuda externa sistemática crea oportunidades para la corrupción, las culturas de dependencia y para los desalientos al desarrollo. El flujo de asistencia desalinea los incentivos entre los donantes y los receptores, volviéndose extremadamente difícil detenerlo”.

Incluso el dinero enfocado en necesidades humanitarias tiene un récord decepcionante. Los desastres como el terremoto en Haití tradicionalmente abren los flujos de ayuda. ¿Con qué resultado? Seis meses después en Haití, reportó el Wall Street Journal, “el proceso de reconstrucción parece haberse estancado”.

Los grupos de asistencia reconocen que el progreso ha sido limitado en el mejor de los casos. El Washington Post reportó: “La eficacia de las ONGs ahora está siendo cuestionada por los mismos grupos y especialmente por los líderes haitianos, quienes se quejan de que las ONGs se han vuelto un gobierno paralelo que adolece de una coordinación deficiente, alta rotación y falta de transparencia”.

En algunas ocasiones, los programas de asistencia han sido perversamente perjudiciales. Los envíos mediante el programa “Alimentos por la paz” de EE.UU., utilizados para arrojar el exceso doméstico de los agricultores, se destacan por arruinar a los agricultores locales y socavar la producción local. Este problema continúa en Haití. Al regresar de una misión privada de asistencia, Don Slesnick, el alcalde de Coral Gables (Florida), se quejó: “Nos entristeció ver cómo bolsas de arroz viajaban no más de 20 yardas desde las puertas del sitio de distribución antes de acabar en la parte trasera de una camioneta que probablemente se dirigía al mercado negro. Para nuestra mayor consternación, regresamos a casa a leer reportajes de que esas mismas donaciones estaban rebajando el precio del arroz que vendían los agricultores haitianos, quienes necesitan un ingreso para mantener a sus propias familias”.

Etiopía es el mayor receptor de asistencia en África. Desafortunadamente, informó Tom Porteous, el director en Londres de Human Rights Watch: “los programas de varios miles de millones de dólares financiados por el Banco Mundial y otras organizaciones han sido politizados y manipulados por el gobierno de Etiopía, y son utilizados como una herramienta poderosa para mantener el control político y la represión”.

Peor aún es Somalia. Incluso las Naciones Unidas da a la asistencia en esta trágica nación una mala calificación. El New York Times reportó el año pasado: “Casi la mitad de los alimentos donados a Somalia son desplazados desde las personas necesitadas hacia una red de contratistas corruptos, militantes islamistas radicales y miembros del personal local de las Naciones Unidas, de acuerdo a un reporte del Consejo de Seguridad”.

Otro déjá vu, como dice Yogi Berra. Hace dos décadas el presidente George H. W. Bush intervino en Somalia para ayudar a entregar alimentos. Michael Maren trabajó con organizaciones privadas y luego concluyó: “De manera separada, llegamos a la conclusión de que el programa de asistencia probablemente estaba matando la misma cantidad de personas que las que estaba salvando, y el resultado neto era que los soldados somalíes estaban complementando su ingreso con la venta de alimentos, mientras que la [fuerza insurgente] —muchas veces indistinguible de las fuerzas armadas— estaba utilizando los alimentos como raciones para abastecer sus ataques en Etiopía”.

El gobierno debería salirse del negocio de la asistencia. Hay casos limitados en los que las transferencias financieras podrían complementar o incluso sustituir el gasto en defensa, pero la Guerra Fría ha terminado. EE.UU. es la única superpotencia y no tiene rivales a nivel mundial.

Gran parte de los aliados de EE.UU., incluyendo a los poderes regionales como Israel y Turquía, deberían haberse graduado de la asistencia de EE.UU. hace años. Casi todas las naciones del Tercer Mundo son tangenciales, en el mejor de los casos, para la seguridad de EE.UU. Los más de $5.000 millones al año para respaldar ventas de armas en el extranjero son, en gran medida, un subsidio para los productores de armas en EE.UU.

Aunque es difícil criticar la ayuda humanitaria correctamente entregada, el dinero privado invertido por las organizaciones privadas es la mejor manera de ayudar a los más necesitados alrededor del mundo. Cualquier asistencia de Washington debería enfocarse en desastres temporales en donde el gobierno de EE.UU. tiene particulares ventajas logísticas —como utilizar un cargador de aviones, que de otra manera estuviera sin uso, para asistir a las víctimas de un tsunami.

En cuanto a la asistencia para el desarrollo, los funcionarios estadounidenses deberían enfocarse en acelerar el crecimiento económico en EE.UU. y relajar el acceso de otras naciones al mercado internacional. Eso implica reducir las barreras al comercio.

Por ejemplo, EE.UU. limita las importaciones de azúcar del Caribe. Los paquistaníes se beneficiarían más de una reducción en los aranceles a los textiles que de subsidios adicionales a su gobierno ineficaz. Uno de los obstáculos más importantes a la liberalización comercial a nivel internacional son los subsidios agrícolas de EE.UU. y Europa.

A pesar de este récord abismal, la administración de Obama se niega a cortar el gasto en programas domésticos de “ayuda externa”, ha contribuido a aumentar los desembolsos para el Banco Mundial y se ha unido a otras naciones industrializadas en su llamado a más préstamos por parte del Fondo Monetario Internacional.

La Secretaria Clinton debería escuchar su propia retórica: “Es hora de un nuevo enfoque para un nuevo siglo. Es hora de jubilar los viejos debates y reemplazar las actitudes dogmáticas con un razonamiento claro y sentido común”.

Una de esas actitudes dogmáticas es suponer que la “ayuda” externa verdaderamente constituye una asistencia en lugar de un obstáculo. Desde hace mucho los partidarios de la ayuda externa han camuflado los fracasos de sus programas con perogrulladas: la ayuda es usada para “mantener el liderazgo estadounidense alrededor del mundo”, “invertir en el desarrollo global”, y demostrar que EE.UU. está “prestando atención” a otros países. Sin embargo, el liderazgo significa utilizar de manera eficiente los recursos, fijar las prioridades y reconocer las limitaciones. El desarrollo requiere de buenas políticas, no de subsidios internacionales. Vale la pena pagar por la atención solamente si esta produce resultados positivos.

Washington debería dejar de lanzar dinero bueno tras algo malo, incluso si estuviésemos viviendo en tiempos de bonanza económica. Con el país ahogándose en números rojos, Washington debe cortar todos los programas innecesarios. La mal llamada “ayuda” externa es un buen lugar para empezar

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