¿Qué pasará con las monedas de los mercados emergentes?
Por Enda Curran
Las monedas de los mercados emergentes les han dado resultados positivos a muchos inversionistas. Los analistas, sin embargo, advierten contra la tentación de pensar que los buenos tiempos durarán eternamente.
En el lado positivo, la rápida expansión de las economías en desarrollo debería continuar impulsando sus monedas, lo que son buenas noticias para los inversionistas en acciones y bonos de esos países.
Muchas naciones, no obstante, están luchando contra la apreciación de sus divisas, principalmente porque les resta competitividad a sus exportaciones y estimula las importaciones que compiten con los productos locales. Algunos gobiernos han impuesto controles de capital y otros han intervenido en mercados para atenuar el alza de la moneda local.
La seriedad con que los países acometan esos esfuerzos determinará, en gran medida, el desempeño de esas monedas a largo plazo. "Incluso con los controles de capital, no pienso que se vaya a poder revertir la tendencia general a la apreciación", dijo Joyce Chang, jefa global de investigación sobre crédito y mercados emergentes de J.P Morgan Chase & Co. "Pero no estamos esperando el mismo tipo los retornos que obtuvimos en 2010", agrega.
Chang espera avances de entre 5% y 8% en los valores de renta fija de los mercados emergentes en este año, en comparación con los retornos de entre 12% y 13% correspondientes a 2010.
En general, los analistas esperan avances en el caso del won coreano, el dólar de Singapur, el rublo ruso, el peso mexicano y el filipino a medida que un crecimiento económico robusto y un alza en las tasas de interés aumentan el ingreso de capitales. Entre las monedas bajo presión está el shekel de Israel, dada la preocupación sobre la seguridad en Medio Oriente.
¿Grandes cambios en el futuro?
El atractivo a largo plazo de las monedas emergentes proviene en parte de los desequilibrios en los flujos globales de inversión, lo que a su vez sugiere que se podrían producir grandes cambios. Por ejemplo, las economías de los mercados emergentes representan 20% de la economía mundial, de acuerdo con las estimaciones HSBC Holdings, pero los fondos de pensiones de Estados Unidos tienen solamente alrededor de 6% de sus activos en acciones de los mercados emergentes.
Mientras tanto, a medida que crece la confianza en los mercados emergentes, los gobiernos y las empresas de esos países emiten deuda en moneda local. Un total de US$437.700 millones correspondientes a ese tipo de deuda fue emitido el año pasado, un poco por debajo de los US$452.700 millones de 2009, pero 52% por encima de la cifra de 2008 y casi el triple que el monto emitido en 2005, de acuerdo con Dealogic. La mejoría en la liquidez en esos mercados debería, con el tiempo, atraer a un creciente número de inversionistas extranjeros, apuntalando todavía más a las monedas locales.
A más corto plazo, la demanda por algunos activos de los mercados emergentes posiblemente se incremente a medida que las calificaciones de la deuda de varios países son revisadas al alza para reflejar la mejoría en las finanzas de los gobiernos, entre otras cosas. En enero, Moody's Investors Service elevó la calificación de la deuda en moneda extranjera y local de Indonesia para dejarla en Ba1, solamente un escalón por debajo del grado de inversión. Los analistas dicen que Filipinas y Sri Lanka son candidatos para mejorar su calificación.
"Las tasas muy bajas en el mundo desarrollado por un largo período de tiempo" empujarán a los gestores de fondos de bonos hacia los mercados con intereses más altos y con la potencial de apreciación en sus monedas, dice Ashish Agrawal, estratega de renta fija en Asia (excluyendo Asia) de Credit Suisse Group.
Los bancos centrales en muchos países en desarrollo, donde las tasas son más altas, han intentando evitar que sigan trepando, en un intento por prevenir una apreciación excesiva de sus monedas. Durante los próximos meses se volverá más claro si los bancos centrales necesitan permitir que las tasas suban para controlar la inflación, dijo Richard Yetsenga, jefe de estrategia de divisas de mercados emergentes de HSBC.
Los riesgos
Hay potenciales peligros latentes para cualquier apuesta con las monedas de los mercados emergentes. Una preocupación de larga data es la posibilidad de que la inestabilidad en lugares como el Medio Oriente y la península coreana lleve a los fondos a refugiarse en monedas más seguras como el dólar o el yen. Otra preocupación es que un crecimiento económico más acelerado de lo anticipado en Estados Unidos y Europa, podría hacer que volvieran las inversiones al mundo desarrollado.
Si se reduce el diferencial entre los rendimientos de los valores de deuda de los mercados emergentes y los de los bonos de los países industrializados, "pienso que veremos un cierto nivel de toma de ganancias en la deuda de los mercados emergentes por parte de los administradores de fondos de bonos", dijo Olgay Buyukkayali, director de estrategia para Europa emergente, Medio Oriente y África de Nomura Securities.
Hasta ahora no ha surgido ningún sustituto viable..
Hasta ahora no ha surgido ningún sustituto viable para el dólar
Por Michael R. Crittenden
¿Puede el dólar ser destronado como la moneda de reserva mundial de referencia?
La crisis financiera —junto con la problemática situación fiscal a largo plazo del gobierno de EE.UU.— han planteado esa posibilidad. Pero para muchos economistas, al menos por ahora, las especulaciones son sólo palabras.
"No hay, insisto, ningún candidato plausible" para reemplazar al dólar, argumentó el profesor Peter Kenen, de la Universidad de Princeton, en un ensayo presentado en enero ante la Asociación Económica Estadounidense.
Esa también es la visión que prevalece en los mercados. "Intentamos pensar en las alternativas, y no existe ninguna que tenga trascendencia", afirma Tony Crescenzi, un estratega de mercado y administrador de portafolio de Pacific Investment Management Co., de Allianz SE. La participación del dólar en las reservas en moneda extranjera era de 61,3% a fines del tercer trimestre del año pasado, según el Fondo Monetario Internacional.
Pero eso no ha contenido un creciente alboroto entre las autoridades de todo el mundo de que la posición dominante del dólar debería ser reevaluada. Se prevé que el presidente francés Nicolas Sarkozy haga del tema una prioridad durante la presidencia de Francia en las reuniones del Grupo de los 20 este año. Incluso funcionarios estadounidenses han admitido que es inevitable reconsiderar el mundo dólar-céntrico.
"Habrá un intento, creo, en el próximo año o el siguiente... de decir: 'Sí, esto es un problema, y deberíamos contemplar una reforma en un sentido más amplio en el sistema monetario internacional", sostuvo el ex presidente de la Reserva Federal de EE.UU. Paul Volcker durante una presentación en Washington en diciembre.
Pero hay poco consenso sobre quién o qué reemplazaría o compartiría el poder con EE.UU. y el dólar. Los partidarios ven una variedad de posibilidades, desde un mundo multipolar con un puñado de monedas dominantes y un billete supranacional emitido por un cuerpo global, a un papel de más peso para China y el yuan.
El mayor interrogante involucra a China. ¿Soportaría Beijing la responsabilidad económica global que vendría de la mano de una reserva con estatus de favorita? Hasta ahora, China ha resistido la presión internacional para evitar que se aprecie el yuan y su sistema financiero, en términos comparativos, sigue siendo subdesarrollado.
El economista de Harvard Kenneth Rogoff cree que el yuan y el dólar podrían encaminarse a convertirse en las dos mayores monedas del mundo, un estatus que ambas podrían compartir hasta durante dos décadas, pronostica. Pero durante semejante lapso, agrega, EE.UU. probablemente experimentaría un debilitamiento gradual de los amplios beneficios que recibe debido a que otros países vinculan sus monedas al dólar. Entre estos beneficios se destacan la confianza en sus mercados, las bajas tasas de interés y una menor volatilidad en los precios de las importaciones y exportaciones.
Lo más seguro es que cualquier transferencia de estatus de reserva del dólar al yuan llevaría la mayor parte de este siglo, señala. En tanto, agrega, el dólar "se mantendrá como la moneda de referencia durante un tiempo".
Muchos expertos en divisas rechazan la idea de una moneda supranacional o global. Los Derechos Especiales de Giro (DEG) del FMI y otras medidas discutidas como potenciales sustitutos para el dólar históricamente no han sido adoptadas con la suficiente amplitud, lo que sugiere una falta de confianza en la idea por parte de los mercados financieros. Establecer una política monetaria internacional de forma rápida y unificada podría resultar una meta muy difícil, señalan los economistas.
Los problemas actuales de la Unión Europea ponen de manifiesto los riesgos que plantearía una moneda supranacional. Los temas de deuda y las peleas de política económica que ahora plagan a Europa probablemente se verían magnificados en momentos de estrés en cualquier unión monetaria. "Es imposible que haya una moneda que no esté identificada con un gobierno", sostiene Rogoff.
Los partidarios del dominio del dólar apuntan a su historia como un refugio seguro para los bancos centrales durante la reciente crisis global. Su supremacía durante un período tan perjudicial demuestra su capacidad de recuperación.
"Si llegara a votarse sobre el sistema del dólar, eso pondría fin a la discusión", señala Michael Dooley, un economista de la Universidad de California en Santa Cruz.
El reinado del dólar llega a su fin...
El reinado del dólar llega a su fin...
Por Barry Eichengreen
Lo más asombroso sobre el mercado internacional de divisas no es el elevado volumen de transacciones, por increíble que haya sido el crecimiento, ni la volatilidad de los tipos de cambio, por extrema que sea en estos días.
Lo verdaderamente extraordinario es que estamos hablando de un mercado que sigue siendo sumamente dólar-céntrico.
Cuando una distribuidora de vinos de Corea del Sur quiere importar cabernet chileno, el importador coreano compra dólares estadounidenses, no pesos, para pagarle al exportador chileno. El dólar es, en realidad, prácticamente el vehículo exclusivo de las transacciones entre Chile y Corea del Sur, pese a que menos del 20% del comercio de mercancías de los dos países corresponde a Estados Unidos.
Chile y Corea distan de ser una anomalía. El 85% de las transacciones de divisas en todo el mundo son operaciones de otras monedas por dólares. Y lo que es válido para las transacciones de divisas también lo es para otros negocios internacionales. La Organización de Países Exportadores de Petróleo fija el precio del crudo en dólares. El billete verde es la moneda de denominación de la mitad de los valores internacionales de deuda. Más del 60% de las reservas de divisas de los bancos centrales y gobiernos están en dólares.
El dólar, en otras palabras, no es sólo la moneda de Estados Unidos, sino la del mundo. Su reinado, sin embargo, está llegando a su fin. Creo que en los próximos 10 años, vamos a ver un cambio profundo hacia un mundo en el que varias monedas competirán por el predominio. Este cambio tiene importantes repercusiones para, entre otras cosas, la estabilidad de los tipos de cambio y los mercados financieros, la facilidad de EE.UU. para financiar sus déficits fiscal y en cuenta corriente y la capacidad de la Reserva Federal para seguir adelante con su política de negligencia benigna respecto al dólar.
Los tres pilares
Para entender el futuro del dólar, es importante entender por qué llegó a ser tan dominante en primer lugar. Permítanme ofrecer tres razones.
En primer lugar, su atractivo refleja la excepcional profundidad de los mercados de valores denominados en dólares. La disponibilidad de instrumentos derivados con los que cubrir el riesgo cambiario no tiene parangón. Esto hace que el dólar sea la moneda más conveniente para hacer negocios para las empresas, los bancos centrales y los gobiernos.
En segundo lugar, está el hecho de que el dólar es el refugio seguro del mundo. En épocas de crisis, los inversionistas acuden al dólar por instinto, como lo hicieron tras la quiebra de Lehman Brothers en 2008. Esta tendencia refleja la liquidez excepcional de los mercados en inversiones en dólares, y esa liquidez es el producto más preciado en una crisis. Esto se deriva del hecho de que los bonos del Tesoro estadounidense, el activo más importante comprado y vendido por los inversionistas internacionales, ha tenido desde hace tiempo una reputación de estabilidad.
Por último, el dólar se beneficia de la escasez de alternativas. Otros países que durante mucho tiempo han disfrutado de una reputación de estabilidad, como Suiza, o que hace poco adquirieron una, como Australia, son demasiado pequeños para que sus monedas constituyan más que una mínima fracción de las transacciones financieras internacionales.
¿Qué está cambiando?
Pero los tres pilares que apuntalan el dominio internacional del dólar se están deteriorando.
Los cambios tecnológicos están socavando el monopolio del dólar. No hace tanto, podía haber espacio sólo para una auténtica moneda internacional. Dada la dificultad para comparar precios en diferentes divisas, era lógico que los exportadores, importadores y emisores de bonos indicaran sus precios y facturaran sus transacciones en dólares, aunque sólo fuera para no confundir a sus clientes. Ahora, en cambio, casi todo el mundo lleva aparatos que se pueden utilizar para comparar precios en diferentes monedas en tiempo real.
El dólar, asimismo, está a punto de tener verdaderos rivales en el ámbito internacional por primera vez en 50 años. Pronto habrá dos alternativas viables: el euro y el yuan.
Los estadounidenses, en particular, tienden a descontar la resistencia del euro, pero contrariando algunas predicciones, los gobiernos europeos no lo han abandonado. Ni lo harán. Procederán a la reducción del déficit a largo plazo, algo en lo que han demostrado una voluntad más firme que EE.UU., y emitirán "bonos europeos", respaldados por la confianza plena y el crédito de los gobiernos de la zona del euro como grupo. Esto sentará las bases para el tipo de mercado integrado de bonos europeos necesario para crear una alternativa a los bonos del Tesoro estadounidense como una forma en la que mantener las reservas de los bancos centrales.
China, mientras tanto, se está moviendo rápidamente para internacionalizar el yuan, también conocido como renminbi. En el último año se ha cuadruplicado la cuota de los depósitos bancarios denominados en yuanes en Hong Kong. Setenta mil empresas chinas están haciendo sus liquidaciones internacionales en yuanes.
Permitir a las empresas chinas hacer liquidaciones transfronterizas en yuanes las liberará de tener que emprender costosas operaciones de cambio de divisas, y ya no tendrán que asumir el riesgo cambiario creado por el hecho de que sus ingresos son en dólares, pero muchos de sus costos en yuanes. Permitir que los bancos chinos, por su parte, hagan transacciones internacionales en yuanes les permitirá hacerse con una tajada mayor del pastel financiero mundial.
Por último, existe el riesgo de que el dólar pierda su estatus como refugio seguro. Los inversionistas extranjeros, privados y oficiales, mantienen dólares no sólo porque son líquidos, sino porque son seguros. El gobierno de EE.UU. tiene un historial de cumplimiento de sus obligaciones y siempre ha tenido la capacidad fiscal para hacerlo. Ahora, sin embargo, principalmente a consecuencia de la crisis financiera, la deuda federal se acerca al 75% del Producto Interno Bruto de EE.UU.
Un mundo más complicado
¿Cómo afectará todo esto a los mercados, las empresas, las familias y los gobiernos?
Un cambio evidente se producirá en los mercados de divisas. Ya no habrá un salto automático en el valor del dólar y el correspondiente descenso en el valor de otras monedas importantes, cuando aumente repentinamente la volatilidad financiera.
Pero el impacto se extiende mucho más allá de los mercados. Las compañías estadounidenses tendrán que hacer frente a algunos de los mismos riesgos cambiarios que sus rivales extranjeros.
En este nuevo mundo monetario, además, el gobierno de EE.UU. no será capaz de financiar su déficit presupuestario de manera tan barata, puesto que ya no será tan grande el apetito por los bonos del Tesoro de EE.UU. por parte de los bancos centrales de otros países.
EE.UU. tampoco será capaz de acarrear déficits comerciales y de cuenta corriente tan grandes, ya que financiarlos será mucho más caro. Para reducir el déficit en cuenta corriente EE.UU. tendrá que exportar más. Eso, a su vez, implica que el dólar tendrá que caer en los mercados cambiarios, ayudando a los exportadores estadounidenses y perjudicando a las empresas que exportan a EE.UU.
Mis cálculos sugieren que el dólar tiene que descender cerca de 20%. Debido a que los precios de los bienes importados subirán en EE.UU., el estándar de vida del país disminuirá en cerca de 1,5% del PIB, unos US$225.00 millones en dólares actuales. Es el equivalente a medio año de un crecimiento económico normal.
No es ninguna catástrofe, pero los estadounidenses lo sentirán en sus billeteras. Por otro lado, la próxima vez que EE.UU. tenga una burbuja de bienes raíces, los chinos ya no nos ayudarán a inflarla.
Barry Eichengreen es profesor de Economía y Ciencia Política en la Universidad de California en Berkeley.
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