Evo en la encrucijada
Charles Chaplin ha dicho que cuando una persona comienza a surgir y asoma la cabeza aparecen muchas manos para aplastarlo, pero cuando logra sacar todo el cuerpo aquellas mismas manos le acarician los pies. Muy cierto, la envidia no perdona el camino al éxito pero una vez logrado los envidiosos se vuelven genuflexos. Pero habría que hacerle un agregado a la reflexión de Chaplin y es que si por ventura el exitoso deja de estar en el primer plano las susodichas manos -muy versátiles por cierto- se transforman de inmediato en puños que golpean por la espalda.
Estas consideraciones se aplican a los más diversos aspectos de la vida, se trate de éxitos que apuntan a emprendimientos nobles o a objetivos ruines. Este último es el caso de Evo Morales con su socialismo empobrecedor quien acaba de recibir su primer revés de la misma gente que lo apoyaba hace instantes: la poderosa Central Obrera Boliviana (COB) acaba de declararle una huelga general.
Su secretario ejecutivo, Pedro Montes, considera “insuficiente los salarios propuestos por el gobierno” y el líder de los trabajadores mineros de esa agrupación, Jaime Solares, declaró que “esta marcha se denomina la lucha por el salario y la renta de jubilación digna”. Por su parte, la Confederación de Trabajadores Fabriles anunció una huelga de hambre alegando “salarios miserables” y el principal líder de los obreros de fábrica, Ángel Asturizaga, resume la situación al afirmar que “a Evo lo hemos apoyado en las elecciones y es momento de que el apoye a los trabajadores”.
El presidente Morales responde con la categórica manifestación que esta huelga “es contrarrevolucionaria y viene de las dictaduras que son instrumentos del neoliberalismo que confunde a los trabajadores” y el vicepresidente boliviano e inspirador intelectual del marxismo latinoamericano Álvaro García Linares (de quien me he ocupado detalladamente en otra columna) declara que esta huelga “proviene de la derecha y no dudaría que detrás de esto pueden estar algunos funcionarios de la embajada norteamericana”.
Es inútil, las caídas alarmantes en la productividad debidas a políticas socialistas se traducen una mayor pobreza y cuando esto es sentido por la población vienen las quejas amargas y las desilusiones por las promesas demagógicas incumplidas. En ese instante es que se repite una y otra vez en diversos países sometidos a estos nefastos experimentos, por un lado la protesta airada de quienes pretenden rectificar las medidas adoptadas y son por ello separados de los cargos que ostentaban a través de purgas varias. Por otro lado, simultáneamente se ubican quienes pretenden afirmar las líneas duras intensificando el autoritarismo.
Por esto es que energúmenos como los Castro, los Kim Jong y, antes que ellos, los Stalin, Hitler, Mao y Pol Pot aconsejan cerrar el círculo férreamente y no quedarse a mitad de camino dado lugar a protestas de trabajadores y críticas del periodismo independiente. Por eso es que el antes mencionado García Linera lo cita con tanto entusiasmo a Danton -partícipe activo en el terror de la contrarrevolución francesa y que el mismo terminó guillotinado- en el sentido de que cada medida debe ser más osada que la anterior si no se quiere perder terreno.
En esta columna, es oportuno centrarnos en torno al sindicalismo y las huelgas. No se trata de alabar las organizaciones sindicales cuando son favorables a ciertas ideas y condenarlos cuando se manifiestan en un sentido distinto. En ese caso, no hay una teoría seria que respalde la posición sino que se trata simplemente de usar el movimiento obrero en provecho de quienes detentan el poder político.
En una sociedad abierta el sindicato es una asociación libre y voluntaria para cualquiera de los propósitos que establecen los respectivos estatutos siempre y cuando no se apunte a lesionar derechos de otros. La cantidad de sindicatos y sus respectivas características dependen de lo que decidan sus afiliados a través de los procedimientos electorales que estos establezcan y consideren pertinentes. Si hay un sindicato o un millón resulta indiferente, el asunto es que no se base en la fuerza, esto es, que no se recluten personas como si fueran rebaño en base a la afiliación compulsiva, los aportes coactivos o la representación forzosa de hecho, lo cual lo convierte en una asociación ilícita.
Por su parte, la huelga es el derecho a no trabajar que lo pueden ejercer todos siempre y cuando se cumplan con los arreglos contractuales acordados (si se hubieran estipulado preavisos etc.). Lo que no tiene cabida en una sociedad abierta es el pretendido derecho a estar y no estar simultáneamente en el puesto de trabajo, es decir, que si no se accediera a una solicitud de aumento de salario el trabajador puede ocupar el lugar de trabajo o por métodos violentas bloquearle la entrada a otros dispuestos a cumplir con sus labores.
En realidad mucha de la legislación laboral vinculada a sindicatos y huelgas se basa en una manifiesta incomprensión de la causa por las que se elevan ingresos y salarios en términos reales. Dicha causa reside en las tasas de capitalización, es decir, en la inversión per capita que hace de apoyo logístico al trabajo para aumentar su productividad. No es lo mismo arar con las uñas que con un tractor. No es lo mismo pescar a cascotazos que con una red de pescar. La mencionada capitalización se traduce en equipos de capital, es decir, maquinarias, equipos, instalaciones, combinaciones de factores de producción y conocimientos aplicados a los correspondientes procesos que fuerzan a la suba en los salarios.
El empleador en Dallas no remunera mejor que el empleador de La Paz porque es más generoso sino porque las tasas de capitalización lo obligan a pagar más, de lo contrario no encuentra trabajo. Por ejemplo, donde las tasas de capitalización son elevadas no hay tal cosa como servicio doméstico. No es que al ama de casa canadiense no le gustaría contar con esa ayuda, es que para contratar ese servicio debe pagar salarios exorbitantes al efecto de atraer a personas que están ubicadas en empresas rentables.
No cabe argumentar que es necesario que el aparato estatal medie en las relaciones laborales para evitar que los patrimonialmente más fuertes exploten a los más débiles puesto que, como queda dicho, los salarios e ingresos en términos reales son consecuencia de las tasas de capitalización y no de la voluntad de una de las partes. Si el más millonario de la comunidad decide ofrecer salarios inferiores a los de mercado, no podrá contratar el servicio que busca. A estos efectos, el volumen de la cuenta corriente de los contratantes es del todo irrelevante y la llamada redistribución de ingresos no hace más que volver a distribuir por la imposición gubernamental lo que el consumidor ya distribuyó pacíficamente en el supermercado. La susodicha redistribución afecta la asignación de recursos y la consiguiente capitalización que, a su turno, disminuye salarios de los más necesitados. Como ha escrito Woody Allen: “los políticos son incompetentes o corruptos, y a veces las dos cosas en el mismo día”.
A su vez, para atraer inversiones -sean consecuencia del ahorro externo o fruto del ahorro interno- es indispensable contar con marcos institucionales civilizados en donde se garantice el respeto a la propiedad, de lo contrario se ahuyentará la inversión tal como ocurre hoy en Bolivia, que es otro caso más de kleptocracia galopante que intenta ocultarse tras una burda fachada de democracia.
Es de desear que instituciones como la Fundación Libertad y Democracia de Santa Cruz (FULIDE) y otros meritorios esfuerzos educativos en Bolivia encuentren la suficiente comprensión para revertir la angustiante situación por la que atraviesa el pueblo boliviano que no se resuelve con gobernantes disfrazados de indígenas, con cantos alegóricos ni con discursos altisonantes sino con la seriedad que brinda el respeto recíproco.
Aquellas catacumbas culturales seguramente tendrán en cuenta la necesidad de enfatizar las causas y las consecuencias de la crisis internacional con epicentro en Estados Unidos que irrumpen con renovadas fuerzas en muy diversos lares, pero siempre por los mismos motivos de irresponsabilidad mayúscula de los aparatos estatales de haber generado gastos siderales, deudas monumentales, pavorosos déficit y estructuras bancarias en la cuerda floja debido al nefasto sistema de reserva fraccional manipulado por las bancas centrales, junto con el debilitamiento de marcos institucionales civilizados, deterioro monetario, impuestos asfixiantes, “salvatajes” forzosos a empresarios ineptos y promesas inauditas de pensiones, prebendas y subsidios insostenibles. Es urgente repasar los principios y valores del liberalismo, al efecto de revertir los desvaríos de megalómanos siempre sedientos por manejar vidas y haciendas ajenas.
Mi destacada ex alumna Marialys L. de Monterroso me hace notar un meduloso pensamiento del decimonónico Charles Caleb Colton quien subraya que “La libertad no desciende a las personas, las personas deben elevarse a la libertad; constituye una bendición que debe ser ganada antes de que pueda ser disfrutada”.
Estadistas fallidos
Estadistas fallidos
Tal vez porque algunos opinadores no tienen simpatía por el presidente Calderón, porque se quedaron esperando la luz del rayo, o porque no han podido salir de las telarañas de la Guerra Fría, hay una andanada contra el enfrentamiento al crimen organizado.
Como de costumbre, los políticos se mueven al son de la opinión publicada, y acuerdan una iniciativa de ley para la seguridad interior que, en lugar de fortalecer al Ejército, busca debilitarlo.
En la algarada hay de todo: quejas justas por violaciones a derechos humanos (muy pocas, pero espectaculares), fallas naturales en la operación militar en zonas civiles, malas intenciones, agendas ocultas, recuerdos de juventud, y mucha política.
Pero es un tema muy delicado, y no conviene tratarlo así.
Hay que recordar cuál es el problema: la delincuencia organizada. Un fenómeno de todas las sociedades, pero que en México es particularmente grave por dos razones.
Primero, porque la cantidad de dinero que se mueve es muy grande, y segundo, porque la inmensa mayoría de las autoridades que deberían combatirla trabajan para ella. Son dos razones imbricadas, sin duda.
El dinero compra a las autoridades, lo que permite a la delincuencia mover más dinero, y la espiral crece.
Aparentemente, el punto más alto de esta espiral se alcanzó con Amado Carrillo, muerto en 1997. El señor de los cielos logró controlar la mayor organización criminal (tal vez del narcotráfico mundial), y a su muerte vino el desastre.
La lucha por el control del tráfico entre los cárteles fue creciendo de manera exponencial a partir de entonces, y llegó, en el segundo semestre de 2006, al caos absoluto.
Para enfrentar ese caos, el Presidente recién llegado optó por utilizar al Ejército.
No había entonces ninguna otra alternativa, si se quería enfrentar a la delincuencia. Sigue sin haberla hoy, aunque la policía federal esté en proceso de serlo.
Lo que esto significa es que la única otra opción que tenía el gobierno mexicano era no enfrentar el caos.
En consecuencia, todos aquellos que creen que la participación del Ejército en la lucha contra la delincuencia organizada es un error quieren decir que el gobierno mexicano no debería enfrentar la delincuencia. O bien hablan de quimeras.
Tan simple como es este argumento, lo olvidan con frecuencia quienes tienen como objetivo principal denostar al Presidente. Eso, afortunadamente, es un derecho innegable. Pero sus denuestos valdrían la pena si fueran acompañados de lógica elemental.
Culpar al gobierno de las 22 o 23 mil muertes de los últimos tres años es el corolario de una falacia. El culpable de esas muertes es el crimen organizado.
Como siempre, podemos argumentar que cada muerte es una tragedia, y especialmente la de aquellos que no tenían relación alguna con el crimen.
Y debemos, sin duda, criticar a un Ejército que sigue sin entender que su labor termina en los enfrentamientos, y que manipular los escenarios y a los caídos es un grave error.
Pero pasar de ahí a descalificar al Presidente y al Ejército por hacer lo que no se hizo en décadas, por arriesgar la vida para tratar de meter orden en la sociedad, es profundamente hipócrita.
Quienes piensan que es posible convivir con la delincuencia organizada cometen un grave error.
Tal vez lo hacen porque recuerdan las románticas épocas del narco de mediados del siglo pasado, y selectivamente olvidan el desastre que hemos vivido desde los años 80.
Ignoran, o prefieren hacerlo, que en los 90 el control de la cocaína que llega a Estados Unidos pasó a manos de mexicanos, multiplicando el valor del negocio, es decir, su poder de fuego y corrupción.
Lo que estamos viviendo es resultado de décadas de connivencia entre autoridades y delincuentes.
Ponerle fin a eso no es ni fácil ni rápido, ni tenemos otra organización a la cual recurrir. Es imprescindible respaldar al Ejército, porque ya no hay nada más.
Es igualmente importante establecer límites a su actuación, pero no convertirlo en un instrumento político más.
La primera razón de existir del Estado es garantizar la seguridad de sus habitantes.
Si en verdad se sienten estadistas tantos gobernadores, senadores y diputados, procedan inmediatamente a construir una policía nacional que pueda reemplazar al Ejército, capacitada en el respeto a los derechos humanos y con los recursos necesarios para cumplir esa función.
Recauden impuestos suficientes para hacerlo.
Eso es lo que deben hacer, en lugar de apostar al fin de Calderón, del Ejército, y del país entero.
Intolerancia a la deuda
Intolerancia a la deuda
Ricardo Medina Macías
La crisis en la Unión Europea, como la crisis global de 2008-2009, no es insólita. Al igual que decenas de crisis financieras en la historia se trata de una tremenda expansión del crédito que, de pronto, ante signos de insolvencia de los deudores, los acreedores la perciben como destinada a la catástrofe. Algo que antes no vieron, cuando prestaron sin reparos.
Ante dicha percepción se desata la estampida.
La singularidad de la crisis europea es que es la primera gran prueba de supervivencia para el concepto de Unión Europea y, específicamente, para la unión monetaria. También se singulariza porque “entrar en el euro” fue para varios países como recibir de regalo una tarjeta casi sin límite de crédito. ¿Se la merecían?
El 10 de mayo el diario alemán Bild – aldeano y populista – publicó un titular, ingenioso y grotesco, que refleja el sentimiento primario de muchos alemanes ante el paquete gigantesco acordado para respaldar al euro y rescatar a Grecia: Wir sind wieder mal Europas Deppen!, lo cual en un español muy pudibundo quiere decir: “!Otra vez somos los pelmazos de Europa!”.
Lo que no dice el Bild es que, más que rescatar a Grecia, la Unión Europea (y Alemania a la cabeza) está rescatándose a sí misma.
A toro pasado es fácil decir que Alemania jamás debió haber aceptado, como socios monetarios, a esos “desobligados improductivos”. Pero la película no se puede echar para atrás y hoy en la crisis del euro todos vamos en el mismo barco. Incluso los países ajenos a Europa, como ya vimos el jueves 6 de mayo: una corrida financiera contra el euro basta para poner a temblar al mundo.
No había, pues, alternativa.
Grecia y otros países de la unión monetaria en problemas, que son como “los parientes pobres”, se ajustan perfectamente a la descripción de países “intolerantes a la deuda” porque tienen graves debilidades institucionales, que les impiden aumentar su productividad.
Lo que para un país desarrollado sería un nivel aceptable de relación entre deuda y Producto Interno Bruto (PIB), digamos 60 por ciento, para un país con intolerancia a la deuda es veneno. Es como quien es más intolerante al colesterol que el promedio, porque tiende a desarrollar fácilmente depósitos de lipoproteínas de baja y muy baja densidad. La denominación “intolerancia a la deuda” la pusieron en circulación Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff en su magnífico libro: “This time is different” en 2009.
México también es un país intolerante a la deuda. Por fortuna desde la crisis de 1994-1995 lo supimos y por eso hoy tenemos una relación de deuda contra PIB que, si la tuviese una economía avanzada, sería “una chulada” como para presumir de espartanos pero que, tratándose de nosotros, es apenas la que dicta la prudencia.
¿Por qué somos intolerantes a la deuda?
Dos ejemplos: 1. Basta con que tres buenos economistas – que fueron Secretarios de Hacienda- recomienden que PEMEX se abra a la asociación con inversionistas privados y salta un flamante “consejero profesional” de ese monopolio, un tal Flavio Ruiz, y los crucifica, llamándolos “cínicos” y otras lindezas (nótese que como no pueden “matar” intelectualmente el mensaje, tratan de “matar” a los mensajeros a periodicazos), 2. Nuestros egregios legisladores no son capaces de aprobar hoy una reformita laboral y se opusieron hace poco a la desaparición de tres secretarías de Estado que son a todas luces inútiles.
¿Está claro por qué somos intolerantes a la deuda?
Venezuela: 200 años después clama Independencia
Venezuela: 200 años después clama Independencia – por Paola Molina
Recientemente el gobierno de Hugo Chávez conmemoró con desfile militar e invitados internacionales, seguidores de su régimen, los 200 años de Independencia con España, obviamente el carácter de celebración queda para un reducido grupo que gobierna en Venezuela, porque la mayoría de venezolanos, civiles, trabajamos día a día por lograr nuevamente la independencia, tratando de recuperar espacios democráticos que día a día vamos perdiendo.
Pues no es sorpresa para nadie, como hemos retrocedido en el tiempo en materia de democracia y derechos humanos en Venezuela, 200 años después estamos llamados a independizarnos de Cuba, del régimen castro-comunista y de los asesores directos del presidente Chávez, que para que no quede duda al respecto, fueron los invitados de honor a los actos conmemorativos del 19 de abril.
La conquista independentista actual comienza por rescatar los poderes e instituciones que hace 10 años dejaron de ser independientes, tenemos un sistema de Justicia al servicio del Presidente de la República y no un órgano autónomo, éste mismo ordena directamente a quien debe enjuiciarse por tener diferencias con su gobierno, simplemente por pensar distinto, porque protestar y expresarse libremente en Venezuela están criminalizadas.
En sus actos de celebración, el régimen claramente quería dar a conocer su poderío militar, la cantidad de armas que tiene las Fuerzas Armadas y las Milicias Bolivarianas, junto al ejército de Libia y Bielorrusia, entre otros en el desfile, para mostrar al mundo los grandes aliados de la Revolución Bolivariana, resaltando como el poder en Venezuela recae sobre los militares y las preferencias del Jefe de Estado cuando aumenta 40% del sueldo a militares y 25% a civiles, hecho que curiosamente se contrapone a la verdadera gesta de 1810, cuando fueron precisamente civiles quienes conquistaron la independencia.
El compromiso de los venezolanos debe estar dirigido a defender la Independencia del poder central, porque vemos como el gobierno está acabando con un proceso que tardó años en consolidarse y que trajo beneficios a la Nación como fue la descentralización y hoy día observamos como se recentralizan las decisiones, funciones y recursos en un caudillo, menospreciando la autonomía de los estados.
Es momento de rescatar la historia, de poner freno a situaciones que irrespetan totalmente a los venezolanos, no podemos seguir permitiendo que personajes como Cristina Kirchner sean oradores de orden en un acto tan significativo como el Bicentenario de nuestra Independencia. En primer lugar no tiene ninguna connotación histórica ni valor que la presidenta argentina sea invitada para rememorar los acontecimientos de 1810. Además, es una bofetada a nuestro pueblo que dicha mandataria ni siquiera haya preparado un discurso que hiciera mención a la historia de Venezuela, sino que debimos escuchar palabras improvisadas, como si estuviera tomando un derecho de palabra en una Cumbre de Jefes de Estado.
La crisis de índole política, social, económica, nos invita a asumir que debemos ser parte del cambio necesario en Venezuela, que frente a un país dividido y polarizado, con limitaciones en la libertad de expresión, irrespeto a nuestros valores históricos, una tendencia marcada hacia un régimen comunista, donde cada día las semejanzas con el gobierno cubano son mayores, los ciudadanos no podemos quedarnos de brazos cruzados, debemos ver la participación más que como un derecho como un deber, que las circunstancias adversas que hoy debemos afrontar, nos lleven a sembrar hoy el futuro digno y democrático que merecemos los venezolanos.
* Paola Molina es dirigente regional de Primero Justicia.
Argentina: ¿Qué quiere decir “nacional y popular” hoy?
Argentina: ¿Qué quiere decir “nacional y popular” hoy? – por Carlos Mira
Estas dos palabras que se han puesto de moda en el discurso cotidiano pueden esconder peligrosos conceptos o bien una verdadera visión de cómo alcanzar un futuro mejor.
El jueves pasado el ex presidente Kirchner se reunió con el bloque de Diputados oficiales para lo que muchos dicen fue una despedida encubierta del bloque para encarar su candidatura a la UNASUR y su posterior carrera presidencial. Será una despedida del sillón pero no de los fueros: Kirchner ya gambeteó -con la ayuda de su propulsor, Correa,- la instalación obligatoria en Quito y permanecerá en Puerto Madero aun cuando sea elegido en la Unión Sudamericana. Es paradójico, pero si llega a ser confirmado como Secretario General, su período comenzará con una trasgresión a la obligatoriedad de la residencia en la sede que indica el reglamento.
Pero la idea de este comentario no radica en lo que hará Kirchner desde allí, sino en el mensaje que les dejará a los diputados de su bloque. Dicen que les encomendará seguir defendiendo el proyecto “nacional y popular”.
¿Qué es hoy lo “nacional y popular”? ¿Es acaso la inflación que todos los días arroja a más familias por debajo de la línea de la pobreza? ¿Es el aislamiento de la Argentina, cuyo peso en el mundo es imperceptible?, ¿es el imperio de la bravuconada, el atropello y la pretensión de instalar una idea única?, ¿es la aspiración a monopolizar las ideas a partir de la inexistencia de un periodismo realmente independiente?, ¿es el reinado de una rispidez social que apunta a vivir entre aristas puntiagudas que lastiman al que se acerque demasiado?, ¿es la preponderancia de la fuerza sobre la razón?, ¿es el grito destemplado, el insulto y la falta de categoría?, ¿es la grosería pública, lo soez y el vocabulario orillero del arrabal?, ¿acaso alguien confunde lo “nacional y popular” con unos modales rayanos en el idioma de las cárceles?, ¿será el chabacanerismo, la falta de respeto, el vale todo, la impostura? ¿Acaso alguien supone que para ser “nacional y popular hay que ser un impresentable maleducado que anda a las puteadas por la calle?, ¿de dónde deriva la creencia que solo lo bajo y vulgar es “nacional y popular”?, ¿tan poco respeto tenemos por nosotros mismos?
¿“Nacional y popular” es desconocer las instituciones de la Constitución y pretender reemplazarlas con fantochadas “populares” como los “juicios” en las plazas y los escraches a personas de carne y hueso?, ¿son todas estas impudicias lo “nacional y popular”?
¿O serán las abiertas declaraciones de odio de unos contra otros?, ¿O tal vez la instalación de un discurso racista en la Argentina, de “negros” contra “blancos”, cuando, en realidad, no somos ni lo uno ni lo otro?
¿Será la concentración de la riqueza, el crecimiento de las villas miseria, la escasez de horizontes, la expansión de la droga, la impunidad del crimen?. ¿Será la falta de respeto a las formas, el desdén por las tradiciones, la inclinación por lo aluvional?
Sería tener un concepto muy bajo de la “Nación” y del “Pueblo”, si creyéramos que lo “nacional y popular” es todo esto. Confundir lo “nacional y popular” con la incultura, la brutalidad, la grosería, la falta de jerarquía, la bravuconada de palabra y de hecho, es subestimar a la nación y al pueblo argentinos. No es necesario caer en esas bajezas para ser “nacional y popular”.
El verdadero defensor de lo “nacional y popular” será el que de verdad pueda mejorar el nivel de vida de los que están peor sin empeorar el nivel de vida de los que ya habían logrado mejorar. No es “nacional y popular” jorobar a unos para mejorar a otros.
Será el que pueda hacer convivir en paz a un pueblo sin divisiones y con un mismo objetivo aunque colorido por la diversidad de ideas que puedan expresarse con libertad y con tranquilidad. Será el que pueda ofrecer una calle segura para los chicos que van a la escuela y una escuela en donde se enseñe la convivencia y no el odio.
El “nacional y popular” será el que le devuelva al argentino el orgullo de ser argentino en el exterior, será el que prestigie el concepto de la Nación Argentina; será el que vuelva a poner al país en el mapa de las naciones razonables.
Que la Argentina haya sido llevada a niveles profundos de confusión sobre lo que deberían ser los significados de estas palabras, hablan de por sí del daño enorme que se ha perfeccionado. Ojalá estemos a tiempo de repararlo.
España se convierte en un "protectorado económico"
La UE cumple su amenaza: España se convierte en un "protectorado económico"
España se ha convertido en un “protectorado” de la UE, asevera el director del Instituto de Estudios Económicos (IEE), Juan Iranzo. Lo grave es que Zapatero fue advertido el pasado febrero. El mensaje de Bruselas entonces fue claro: “O haces lo que te decimos o te la juegas”. Y se la jugó.
Apenas tres meses ha tardado la Comisión Europea en materializar su amenaza. El pasado febrero, ante la inacción del Gobierno y el grave deterioro de las cuentas públicas, la elite política de Bruselas lanzó un ultimátum claro y rotundo: “O haces las reformas que te decimos o te la juegas”.
Por entonces, la Comisión Europea (CE) había anunciado de forma oficial que tomaría las riendas de las cuentas públicas y la política económica de Grecia. Pero no era el único. España y Portugal también estaban en el punto de mira. Ante esta delicada situación, Bruselas ordenó al Gobierno poner en marcha una serie de medidas destinadas a reconducir su desequilibrio fiscal, así como emprender las necesarias reformas estructurales para impulsar el crecimiento.
Fue entonces cuando el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, anunció casi de un día para otro una propuesta para reformar el mercado laboral y el sistema de pensiones, así como algunas medidas tímidas de ajuste fiscal. Sin embargo, todo ello se quedó en agua de borrajas con el paso del tiempo. Los esperados anuncios no se materializaron en las reformas exigidas. Zapatero o bien ignoró o bien despreció la “seria advertencia” lanzada por las autoridades comunitarias al Gobierno español.
Apenas recortó el gasto, de hecho, el déficit ha aumentado casi un 17% interanual en el primer trimestre, y permitió que la reforma laboral y de pensiones se empantanara en el casi irresoluble nudo del diálogo social. La reforma del mercado de trabajo se enquistó en la negociación colectiva que desde meses vienen desarrollando patronal y sindicatos, mientras que la de las pensiones sigue encima de la mesa a la espera de que las diferentes fuerzas políticas logren un acuerdo.
Apenas tres meses después de tales advertencias, la UE cumple su amenaza. España se ha convertido en un "protectorado económico", tutelada por Estados Unidos y Alemania, desde el pasado lunes, tal y como advierte el director del Instituto de Estudios Económicos (IEE), Juan Iranzo. Y ello, debido a que la situación es "de emergencia", de ahí los ajustes anunciados ayer por el Gobierno para reducir el déficit.
Las medidas adicionales de ahorro previstas son, en su opinión, "acertadas" porque se estaba "operando a vida o muerte", pero "insuficientes", al considerar necesaria una reforma estructural sobre el gasto, "no sólo recortes".
Durante su intervención en el Congreso Tecnomarketing 2010, Iranzo remarcó que la situación económica española sólo es comparable con la atravesada en 1959, "la primera vez que el país suspendió pagos" en el siglo XX, y señaló que empezaba a ser una "preocupación mundial", de manera que no sólo se han interesado en las cuentas públicas españolas los países del euro, sino también China y Estados Unidos.
Medidas "insuficientes"
El director del IEE recalcó que ha "echado en falta" entre las medidas del Ejecutivo iniciativas para potenciar el crecimiento y apostó por acometer reformas en las áreas laboral, financiera, fiscal, energética, del sistema de pensiones, de la Sanidad y de la Administración pública.
El analista del Telegraph, Ambrose Evans-Pritchard, coincide con el diagnóstico de “protectorado” al que hizo alusión el líder del PP, Mariano Rajoy, durante su intervención en el Congreso el miércoles. Y ello, debido a que las medidas de austeridad anunciadas por Zapatero vienen impuestas por Bruselas y Washington (FMI).
En este sentido, el comisario europeo de Empleo, Asuntos Sociales e Integración, László Andor, afirmó este jueves que las medidas anunciadas por el presidente del Gobierno español para recortar el gasto público "eran inevitables".
Plan de recorte en Portugal
No es el único. Portugal acaba de anunciar un nuevo plan para reducir el déficit. El primer ministro portugués, José Sócrates, y el líder del PSD, el principal partido de la oposición, Pedro Passos Coelho, han llegado a un acuerdo para introducir nuevas medidas que permitan recortar el déficit presupuestario en 2.000 millones de euros para rebajarlo hasta el 7% en 2010, según confirmaron fuentes cercanas a las negociaciones.
La mitad de este nuevo recorte acordado entre los dos partidos procederá de subidas de impuestos y la otra mitad de la reducción del gasto público. Entre estas nuevas medidas destaca la intención de aumentar los impuestos sobre los beneficios de las grandes empresas y los bancos, así como un incremento del IVA máximo del 20% al 21%. Asimismo, las fuentes apuntaron que se elevarán los impuestos sobre la renta en una cuantía aún sin identificar.
“Gobierno económico europeo”
De este modo, la Comisión Europea toma las riendas económicas de los socios díscolos. De hecho, el miércoles propuso una serie de medidas destinadas a estrechar la vigilancia sobre los presupuestos nacionales y endurecer las sanciones contra los Estados que no corrijan sus déficit públicos. En concreto, la CE propone suspender los fondos de cohesión a un país que esté vulnerando repetidamente las reglas del Pacto de Estabilidad, según anunció el mes pasado. También solicita un mayor automatismo en la aplicación de sanciones para evitar que dependan de negociaciones políticas.
Como respuesta a la crisis de la deuda en Grecia, que ha puesto en peligro la estabilidad de toda la zona euro, el Ejecutivo comunitario apuesta por supervisar y controlar los presupuestos antes incluso de ser discutidos en los respectivos parlamentos nacionales. Además, pretende prestar más atención a la evolución y corrección de la deuda pública, y no sólo al déficit, a los desequilibrios macroeconómicos y a las divergencias internas en materia de competitividad.
Nace el “Gobierno económico europeo” que desde hace meses vienen proponiendo las autoridades comunitarias y determinados líderes europeos. El Ejecutivo comunitario asume así parte de las exigencias planteadas por la canciller alemana, Angela Merkel, como condición para salvar a Grecia de la quiebra y crear un fondo de rescate dotado con 750.000 millones de euros para frenar el contagio a España y Portugal.
De hecho, Merkel ha logrado imponer sus condiciones al resto de líderes de la eurozona, que en la cumbre celebrada el pasado viernes pidieron "reforzar las normas y procedimientos aplicables a la supervisión de los Estados miembros de la zona del euro, mediante el fortalecimiento del PEC y unas sanciones más eficaces".
No obstante, la Comisión no apoya la propuesta más extrema de la canciller alemana, expulsar de la eurozona a los incumplidores, ya que ello exige modificar el Tratado. El comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn, ha dejado claro que el actual Tratado de Lisboa da "margen de maniobra suficiente" para coordinar mejor las políticas económicas de los países del euro., informa Europa Press.
La negación de la realidad

La negación de la realidad
Alberto Acereda
Uno de los mecanismos de defensa más comunes del ser humano es la negación de la realidad, o sea, no reconocer una realidad dolorosa o amenazadora. Cuando esa negación traspasa el caso individual y adquiere mayores dimensiones, como la del Gobierno de una sociedad, asistimos a un engaño generalizado. Se sustituye así la realidad por una ficción encaminada a metas electoralistas. A esto ha llegado ya la Casa Blanca, que vive en estos últimos días uno de los periodos más críticos desde su llegada en enero de 2009.
El creciente vertido de petróleo en el Golfo de México y el intento terrorista en Nueva York son dos frentes abiertos. Llegan ambos en momentos difíciles para Obama y cuando los ciudadanos están cada vez más abiertamente insatisfechos con la intromisión del Gobierno en sus vidas. En cada uno de estos frentes, el Gabinete de Obama, el propio presidente y sus aliados políticos y mediáticos han negado la realidad y han buscado culpables en otros lugares.
El vertido de petróleo en el Golfo de México por parte de la compañía British Petroleum ha mostrado una notable falta de retraso e incompetencia en la respuesta dada por el Gobierno. Sin ser el mismo caso, cabría aquí recordar lo que se dijo contra la administración Bush en aquellos días del huracán Katrina. ¿Imagina el lector los ataques a George W. Bush si este vertido de petróleo se hubiera dado durante su presidencia y no durante la de Obama? Con éste, sin embargo, se escuchan y publican pocas críticas negativas, aunque haya habido ya víctimas humanas y no digamos ecológicas. Casi nadie explica que la administración Obama dejó libre a BP de formar parte de un estudio medioambiental para perforaciones petroleras. Ni tampoco que BP dio dinero para la campaña de Obama. Ni que mientras se iniciaba el vertido, el jefe de personal del Departamento de Interior estaba de vacaciones en el Gran Cañón.
En el ámbito de la seguridad, basta con seguir con mediana atención las noticias para darnos cuenta de que bajo la administración Obama se han dado ya más intentos de atentados terroristas contra Estados Unidos que en los siete años posteriores al 11-S bajo la administración Bush. Con Obama hemos tenido ya el tiroteo de Little Rock, la masacre de Fort Hood, el del avión de Detroit y el intento de bomba en Times Square. Aun así, y en el último episodio de Faisal Shahzad, ni la Casa Blanca, ni los medios obamitas se atreven a llamar las cosas por su nombre, o sea terrorismo islámico. La negación de la real amenaza terrorista se maquilla y no se contextualiza con otros casos yihadistas como el de Najibullah Zazi en septiembre de 2009 o el plan Newburgh en mayo de 2009. Parece como si la llamada a más atentados por parte de Al Qaida en la Península Arábiga por boca de Nasir al-Wahayshi fuera un sueño y no la realidad.
La negación de los hechos omite que el yihadismo está detrás de todo esto. Omite el reconocimiento de que la actual estrategia de la administración Obama está fallando al ser incapaz de explicar cómo el tal Faisal Shahzad pudiera estar en la lista de prohibición para volar y, a la vez, en un avión a punto de despegar para Dubai. Y pasa por no reconocer que –al igual que en el caso de Detroit– si la bomba no estalló fue por casualidad, por suerte y por error del terrorista; no por la estrategia de lucha antiterrorista de la Casa Blanca. Bush pudo fallar en Katrina, igual que ahora Obama ha fallado en el vertido de la Costa del Golfo, pero Bush no falló a la hora de impedir otro atentado terrorista en suelo norteamericano.
Con todo, lo más grave de este culto progresista a negar la realidad es la costumbre de culpar al "otro", siendo éste el ciudadano norteamericano de a pie, especialmente si se trata del prototipo de blanco y anglo, simpatizante con el Tea Party. Políticos de medio pelo como el actual alcalde de Nueva York, el "independiente" Michael Bloomberg son paradigmáticos de tan errada actitud. Horas después del atentado en Times Square, Bloomberg apareció en la noticias de la CBS para afirmar de forma ridícula que su sospecha sobre la autoría le hacía pensar que era un terrorista interno, "alguien con una agenda política a quien no le gusta la ley de la sanidad o algo así". O sea, otra vez, subliminalmente atacando al movimiento del Tea Party y sospechando de cuantos se oponen a la política de Obama.
Lo mismo cabe decir de supuestos periodistas imparciales, que luego resultan no serlo tanto, como Contessa Brewer, que se lamentaba en un programa de radio de que Faisal Shahzad (o sea, el terrorista) fuera musulmán pues eso –según ella– iba a abrir la puerta para atacar a la comunidad islámica o usar eso para justificar el racismo y el odio existente en Estados Unidos contra las minorías... Algunos medios de la progresía llegaron a indicar incluso que el intento terrorista de Faisal Shahzad se debía a su insatisfacción personal ante la situación económica actual y por haber perdido su casa por falta de pago... Para mayor farsa, algún medio apuntaba que el atentado era consecuencia de su desengaño ante los años de Bush y la guerra de Irak.
Todo vale, como vemos, para disculpar a un terrorista, y más si es islámico, y tanto mejor si de paso se puede culpar otra vez de todo a Bush o a los que se oponen a Obama. La negación de la realidad, en fin, busca aquí ocultar el mediocre papel de la administración Obama, y de sus aliados políticos demócratas en el Congreso. En Obamérica, el espejismo de la realidad controla todo. Por eso muchos ni se han enterado de que Nashville está inundado y que han muerto ya una veintena de norteamericanos.
Alberto Acereda es catedrático universitario en Estados Unidos y editor de Semanario Atlántico / Atlantic Weekly.El libro negro del comunismo
LAS GUERRAS DE TODA LA VIDA
El libro negro del comunismo
Por Horacio Vázquez-Rial
![]() | Por fin, después de trece años, tenemos en la mano una nueva edición de El Libro negro del comunismo. Hubo una edición en Espasa que desapareció rápidamente de las estanterías y que circuló más tarde al estilo samizdat, en fotocopias de capítulos, entre los más apasionados estudiosos de los crímenes del socialismo real. Y después, fuese y no hubo nada. |
Hubiera sido muy difícil publicarlo antes de Aznar, cuando se suponía que los libros los compraban las izquierdas y, por lo tanto, no era negocio. Lo de libro negro sonaba aún a anticomunismo de Guerra Fría e iba a ser despreciado. Es posible que alguien se llevara un susto al ver que se vendía como rosquillas y que hubiese aguantado varias ediciones, de modo que no se reeditó. Con el anticomunismo de Guerra Fría se perdieron muchos tesoros que hoy estamos en proceso de recuperar –valga el ejemplo de Yo escogí la libertad, de Kravchenko, cuyo prólogo escribí, y que fue reseñado en estas mismas páginas por José María Marco–. Tuvo que pasar todavía un tiempo para que los poderes impresionantes –del verbo imprimir– se adaptaran a la idea de que cabía editarlo.
Ciertamente, en estos años se le fue allanando el camino al Libro negro: aparecieron varias obra comparativas de las personalidades de Hitler y Stalin, los libros de los grandes disidentes, desde Solzhenitsyn hasta Grossman y Shálamov, los tres volúmenes sobre los procesos a los intelectuales de Vitaly Shentalinski y, last but not least, el tremendo libro de Martin Amis Koba el Temible. La risa y los veinte millones, fundado en parte en este Libro negro del que hablamos hoy y en parte en el privilegio de haberse criado Amis muy cerca de Robert Conquest, el primer historiador crítico del estalinismo (faltan en español las obras de Conquest, fundamentales en todo este asunto).
Por el empeño personal de un editor que es a la vez un excelente historiador, Ricardo Artola, director editorial de Ediciones B, lo tenemos otra vez al alcance. Corra usted, lector, a su librería, y hágase con un ejemplar. Tendrá la más completa de las historias del crimen político de izquierdas, no sólo en Rusia, también en Europa Central, China, Corea, Vietnam, Camboya, América Latina, África y Afganistán. En la introducción, Stéphane Courtois, editor de la obra y director del Centro Nacional de Investigaciones Científicas de Francia, precisa algunos datos relevantes:
Pero a ello hay que sumar China (75 millones de muertos), Camboya (dos millones), Vietnam (un millón), Corea (2 millones), etc., a lo largo de varias décadas. Sin contar con que Corea y China siguen en plena actividad, ahora incluso por razones comerciales: la exportación de órganos de ejecutados, cosa de la que no tratan los autores de la obra por obvias razones temporales, ya que el libro es de 1997.– El balance resumido del terror nazi: 15 millones de civiles muertos en los países ocupados; 5,1 millones de judíos –ya sé: es revisionista; pero en modo alguno negacionista–; 3,3 millones de prisioneros de guerra soviéticos; 1,1 millones de deportados muertos en los campos; varios centenares de miles de gitanos; 8 millones de personas condenadas a trabajos forzados y 1,6 millones de detenidos en campos de concentración que no murieron. 25 millones de muertos, pues, y un total de 35 de represaliados.
– En cuanto a la URSS; fusilamiento de decenas de miles de rehenes o de personas confinadas en prisión sin juicio, y asesinato de cientos de miles de obreros y de campesinos rebeldes entre 1918 y 1922 (más que el total de los muertos por el terror zarista en 400 años, en sólo cuatro); hambruna –planificada– de 1922: 5 millones; liquidación y deportación de los cosacos del Don en 1920, asesinato en los campos de concentración de decenas de miles entre 1918 y 1930; 690.000 personas muertas en la Gran Purga de 1937-38; deportación de dos millones de kulaks en 1930-32; destrucción por hambre provocada y no auxiliada de seis millones de ucranianos en 1932-33; deportación de miles de personas procedentes de Polonia, Ucrania, los países bálticos, Moldavia y Besarabia en 1939-41 y 1944-45; deportación de los alemanes del Volga en 1941; deportación y abandono de los tártaros de Crimea en 1943, de los chechenos en 1944, de los ingushetios en 1944. Total: los veinte millones de los que habla Amis.
Stéphane Courtois es el editor, pero colaboraron con él otros personajes con currículos no mucho más escuetos que el suyo: Nicolas Werth, Jean-Louis Panné –que firma con Courtois el capítulo referido a la intervención soviética en España, de gran interés y complementario del Libro negro de Carrillo de José Javier Esparza, que reseñé aquí hace poco–, Andrej Paczkowski, Karel Bartosek, Jean-Louis Margolin comparten la portada con él. Pero el libro tiene aún más autores, como Sylvain Boulouque, experta en Afganistán; Yves Santamaría, dedicado a lo que él llama "afrocomunismos" de Etiopía, Angola y Mozambique; Pierre Rigoulot, que conoce bien el proceso coreano, o Pascal Fontaine, que trata de América Latina. En todos los casos se trata no sólo de la historia oscura de los partidos "comunistas y obreros" –como gustaba decir a los soviéticos– que llegaron al poder, también de los estropicios de los cerca de diez mil que no llegaron: véase Sendero Luminoso en Perú, del que en esta obra se informa por extenso.
Quizás El libro negro del comunismo no sea, como sí lo es el Koba de Amis, un libro para sentarse a leer. Puede que el lector se desanime ante sus 1.055 páginas si se propone una lectura continuada. Pero es uno de esos libros que hay que tener a mano cuando se leen los periódicos. Es uno de esos libros que se pueden abrir en cualquier parte para quedarse fascinado con un capítulo, una información sorprendente, un documento –por ejemplo, el intercambio de cartas entre Shólojov y Stalin de las páginas 222-224, donde se revela cómo hasta el más oficialista de los escritores soviéticos, el autor de El Don apacible y premio Nobel negociado, corría peligro si molestaba al Guía de la Revolución–. Es uno de esos libros que hay que leer antes de viajar a Vietnam, ahora que está de moda, para entender lo que ninguna guía te va a explicar sobre esa pobre gente que luchó contra el imperialismo yanqui por el socialismo y el encantador "tío Ho" de la propaganda de izquierdas.
Somos nuestras obras pero, sobre todo, somos nuestros pecados.
De Grecia a México
Luis Pazos
La reciente baja de las bolsas a nivel mundial debido a la crisis griega, le dio la razón a las autoridades mexicanas que el año pasado fueron criticadas, hasta por un Premio Novel, por no aplicar las llamadas políticas fiscales contracíclicas.
La crisis recesiva que se inició en el 2008, caracterizada por una caída de la demanda de bienes y servicios, fue debida principalmente a la contracción del consumo en los EUA. Esa caída fue compensada en dicho país por un aumento en el gasto público y en el déficit presupuestal. Algunos países imitaron las políticas norteamericanas sin tener una fabriquita de dólares.
En México, el Gobierno Federal planteó una reducción de gastos y un aumento de impuestos para enfrentar la crisis recesiva sin incrementar el déficit presupuestal. El Gobierno Federal envió al Congreso un proyecto para reducir secretarías y dependencias e implementar un impuesto generalizado al consumo. Aunque el Congreso por cuestiones políticas modificó la iniciativa, aprobaron un incremento de impuestos que, aunque no era el correcto, mantuvo a las finanzas públicas relativamente sanas.
En Grecia siguieron el camino fácil, en el 2009 incrementaron el déficit presupuestal a 13.6% del PIB, mientras en México, al 2.3%. La deuda gubernamental alcanzó en Grecia el 115% del PIB, en tanto en México sólo el 34% del PIB. En 2010 los griegos tienen que realizar un ajuste mayor al que se realizó en México en el 2009, para darle viabilidad y credibilidad a su economía.
En el 2010 la economía mexicana crecerá más del 4%, mientras la griega caerá en más del 4%. Esos hechos demuestran que lo solicitado al Congreso el año pasado por el Presidente Felipe Calderón y el Secretario de Hacienda, en ese entonces, Agustin Carstens, era lo correcto y que quienes le apostaban a un mayor déficit presupuestal, estaban equivocados.
Colombia: Mockus, víctima de su propio invento –
Colombia: Mockus, víctima de su propio invento – por Víctor Hugo Malagón
Después de la efectiva campaña mediática y publicitaria que ha puesto a Antanas Mockus como una opción viable para llegar a la segunda vuelta en la carrera presidencial de Colombia, al estar ahora en el centro de la atención, empiezan a evidenciarse aún más sus debilidades e inconsistencias. Ahora que la intención de voto para Mockus ha subido como burbuja gracias a la extraña dinámica de las encuestas, el país pone mayor atención a sus intervenciones. Por eso, para nadie es un secreto que el desempeño del candidato Mockus en sus más recientes apariciones públicas deja mucho que desear y demuestra enormes vacíos en sus condiciones para asumir la más alta responsabilidad de dirección del Estado.
Lo más curioso de todo, es ver a Antanas Mockus siendo víctima de su propio invento. Me explico. Muchos han sido los episodios que han hecho célebre al candidato en Colombia, desde la bajada de los pantalones como rector de la Universidad Nacional, pasando por los vasos de agua en la cara de sus oponentes, hasta autoerigirse como una especie de voz de la conciencia que parecía autorizada para cuestionar la ética y la capacidad de toma de decisiones de las personas formulando dilemas y proposiciones inteligentes y capciosas en el más riguroso sentido de la palabra, buscando “arrancar al interlocutor una respuesta que pueda comprometerlo, o que favorezca propósitos de quien las formula”; baste con recordar la pregunta que él mismo le formuló al entonces candidato a la alcaldía de Bogotá Samuel Moreno en un debate televisado: “¿si usted comprando 50 votos puede salvar a la ciudad de caer en manos de alguien capaz de comprar 50.000 votos lo haría?”, el hoy alcalde movido por sus principios más íntimos y por su propio código de comportamiento respondió sin vacilar que sí!. Mockus logró poner en evidencia premonitoria las tendencias de actuación y de decisión de Moreno.
Hace pocos días un grupo de periodistas le formuló a Mockus una pregunta sobre si aprobaría como presidente de la República una hipotética extradición del presidente Uribe a Ecuador avalada por las altas cortes de Colombia, el candidato respondió sin vacilar que sí, lo que no sólo comprobó sus intimas convicciones y tendencias sino que además demostró una vez más su desconocimiento sobre las competencias de un jefe de Estado. Esta vez, aunque la pifia fue doble se demostró que los dilemas de Mockus tienen razón de ser. En definitiva víctima de su propio invento.
* Víctor Hugo Malagón es economista, especialista en política y relaciones internacionales, y profesor universitario.
Cómo el socialismo destruye Europa
Opinion: Cómo el socialismo destruye Europa – por Guy Sorman
Hoy en día, no es la crisis griega lo que convendría explicar, sino el camino que condujo hasta ella. No se trata de reabsorber la deuda griega o española: se trata de poner un plazo o no a la estrategia del declive europeo
La tragedia del euro sobrepasa con mucho el único caso de Grecia y esta tragedia sólo es financiera en apariencia. El mal es más profundo: alcanza a todos los países miembros o acabará por alcanzarlos a todos. No bastará con poner un poco de orden en las cuentas públicas, salvar a Grecia de la quiebra y tranquilizar a los acreedores de España y Portugal. Estos remiendos financieros no evitarán el contagio general de todos los países miembros de la Unión ya que a todos les aqueja el mismo mal. Algunos querrían quitar importancia a este mal. En el FMI, en el Banco Central Europeo, en los ministerios nos dicen: es financiero, es técnico, sabemos actuar, ya pasará, basta con algunos créditos, con persuadir a los alemanes, con reducir un poco el gasto público. ¿Y todo volverá a empezar como si no hubiese habido crisis en absoluto? ¡Qué ilusión, qué ceguera y sobre todo que negación de la realidad! ¿La realidad? Los fundamentos de la Unión Europea son incompatibles con la manera en que se gestionan los Estados europeos. Es decir, la Unión Europea es de origen liberal, concebida como tal en filosofía política y en economía y sólo es posible gestionarla de manera liberal, mientras que todos los gobiernos nacionales, aunque fueran de derechas, crearon, de hecho, unos gigantescos Estados del Bienestar de inspiración socialista.
Expliquémonos: en los comienzos de Europa, un empresario (no un diplomático, sino un comerciante de coñac familiar de Estados Unidos), Jean Monnet, tras la Segunda Guerra Mundial, reparó en que los gobiernos europeos nunca habían logrado, y no lograrían nunca, hacer de Europa una zona de paz y de prosperidad. Sustituyó el motor diplomático por el motor económico; consideraba que el libre cambio y el espíritu emprendedor deberían generar unas «solidaridades concretas» que eliminarían la guerra y la miseria. Esta institución liberal de Jean Monnet fue ratificada el 9 de mayo de 1950 por los principales artífices de la primera Comunidad Económica Europea, tres demócratacristianos: Konrad Adenauer, Alcide De Gasperi y Robert Schuman. Estos hombres compartían una misma concepción moral de la política y un mismo análisis económico, y se mostraban recelosos con el estadismo que entonces se identificaba, con razón, con los totalitarismos guerreros. La Comisión de Bruselas, y más tarde el Banco Central Europeo, no han dejado de ser fieles a ese espíritu liberal original. El libre cambio, gracias al apoyo constante de la Comisión de Bruselas, atizó el espíritu de empresa frente a los proteccionismos y los monopolios nacionales. Y se creó el euro para obligar a los Estados a equilibrar su presupuesto, siguiendo la línea de la teoría monetaria liberal.
Desgraciadamente, los gobiernos nacionales creyeron que sería posible acumular los beneficios de la Europa liberal, a la vez que se superponían las delicias electorales del socialismo. Aquí se llama «socialismo» al crecimiento infinito del Estado del Bienestar, a la acumulación de seguros sociales y de empleos protegidos por el Estado.
Ese socialismo de hecho, sedimentación de promesas electorales y de derechos adquiridos, se desarrolló en Europa infinitamente más rápido que la economía y que el número de habitantes. Por tanto, este socialismo de hecho sólo podía financiarse a crédito, se creía que sin riesgos, ya que el euro parecía «fuerte». Este euro fuerte enloqueció a sus poseedores: de repente todo parecía asequible con el crédito. Ello tuvo como consecuencia un endeudamiento notablemente homogéneo, en todos los países europeos, del orden del 100% de la riqueza nacional: entre el 91% en Alemania y el 133% en Grecia, una diferencia bastante modesta entre los dos extremos, reflejo de una misma trayectoria socio-estatal. Hoy en día, la diferencia entre Alemania, Grecia, España o Francia, depende menos del endeudamiento y de la manera de gestionar los Estados -más bien similares- que de la capacidad de reembolso variable dependiendo de los deudores. Todos los Estados europeos han sido gestionados «a la socialista», en contradicción con los principios liberales de la Unión Europea: algunos serán capaces de hacer frente a los vencimientos mejor que otros, pero todos han seguido juntos la misma trayectoria.
¿Explicarán esta trayectoria fatal? Las ideologías son su verdadera causa. El socialismo domina los espíritus en Europa, mientras que el mundo universitario, mediático e intelectual acosa al liberalismo. Apoyar al mercado frente al Estado y preconizar el Estado modesto se considera en Europa una perversión «estadounidense». Y la ideología socialista está lo suficientemente arraigada como para que a un político le sea casi imposible resultar elegido sin prometer aún más solidaridad pública y aún menos riesgo público. Estos Estados del Bienestar, debido a su coste financiero y a la falta de responsabilización ética que legitiman, han asfixiado el crecimiento económico en Europa: somos el continente del declive, pero del declive solidario.
Fuente: ABC (Spain)
Y ahora nos presentan la factura griega: no será la primera de esa clase. ¿Qué hacemos con ella? Sería lícito que no la pagáramos: en el fondo, ¿por qué un modesto contribuyente francés o alemán debería pagar los impuestos que evadió un griego rico, todo ello para financiar a los sindicatos o a los militares griegos? Pero las finanzas europeas son tan enrevesadas que el euro que debe Grecia se lo debe en realidad a un banco alemán o francés. Por consiguiente, que los no griegos corran o no a socorrer a Grecia no cambiará nada: nuestra quiebra será colectiva. Nos creíamos ciudadanos de un país, pero somos deudores para todos. Si los europeos no pagan la factura griega, las facturas de Portugal, España e Italia llegarán rápidamente a continuación ya que la bancarrota de Grecia repercutiría sobre el valor de todos nuestros euros.
¿Cómo se sale de una tragedia? Ganando tiempo, negándola, suicidándose o diciendo la verdad. En este momento de la historia que vivimos, no es posible prever cuál de estos supuestos prevalecerá. En los comienzos de Europa, Jean Monnet dijo la verdad y los hombres de Estado se la explicaron a los pueblos: éstos la entendieron. Hoy en día, no es la crisis griega lo que convendría explicar, sino el camino que condujo hasta ella. No se trata de reabsorber la deuda griega o española: se trata de poner un plazo o no a la estrategia del declive europeo. A fin de cuentas, deberíamos darles las gracias a los griegos quienes por imprudencia, eso sí, han interrumpido la siesta europea.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario