viernes, 25 de febrero de 2011

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Detenido en Panamá por narcotráfico

Detenido en Panamá por narcotráfico exjefe antidrogas de Evo Morales

HERRAMIENTAS
Foto: REUTERS/David Mercado

La Paz, 25 feb (EFE).- El general de la policía boliviana René Sanabria, excomandante de la fuerza antidroga del presidente Evo Morales y ahora asesor de inteligencia del ministerio de Gobierno, fue detenido en Panamá por narcotráfico, se informó hoy oficialmente.

El ministro boliviano de Gobierno (Interior), Sacha Llorenti, dijo en una rueda de prensa que fuentes diplomáticas le han confirmado la detención del general en retiro y de un presunto cómplice, Marcelo Juan Foronda Acero, que “tiene antecedentes de narcotráfico”.

Llorenti dijo que Sanabria trabaja en el Centro de Inteligencia y Generación de Información de su ministerio y que viajó a Panamá sin informar a ninguna autoridad.

El ministro añadió que Sanabria y Foronda salieron en el jueves hacia Panamá desde la ciudad oriental de Santa Cruz en vuelo de la compañía Copa, de ese país centroamericano.

Tras la captura en Panamá, la fuerza antidrogas detuvo en Bolivia a otros cinco policías que están siendo investigados, explicó Llorenti, sin dar más detalles del caso porque las operaciones aún están en curso.

El ministro dijo que se “extremarán los esfuerzos” para garantizar que, sean quienes sean los que estén vinculados a “la red de narcotráfico” en la Policía, sean detenidos, procesados y sancionados penalmente

Obama firma orden para bloquear los activos de Gadafi

Obama firma orden para bloquear los activos de Gadafi y su familia en EE UU

HERRAMIENTAS
Foto: AFP / SAUL LOEB

Washington, 25 feb – El presidente de EE.UU., Barack Obama, firmó hoy una orden ejecutiva para congelar todos los activos de Muamar el Gadafi, su familia y miembros de su régimen en Estados Unidos. En lo que representan las primeras sanciones de una serie que ha anunciado.

“El régimen de Muamar Kadhafi violó las normas internacionales y la decencia, debe ser responsabilizado”, declaró en el comunicado.

Estas sanciones apuntan en consecuencia al régimen Kadhafi, pero protegen los bienes que pertenecen al pueblo libio“, agregó.

Duro golpe a los Zetas

Los Presidenciables: Marcelo Ebrard

Los Presidenciables: Santiago Creel

Los policías del camposanto

TRIBUNA

Los policías del camposanto

Decenas de efectivos de la policía quieren impedir que amigos y conocidos de Orlando Zapata Tamayo vayan a conmemorar el primer aniversario de su muerte

Yoani Sánchez

Los cementerios de aldeas son pintorescos y tristes: tumbas pintadas de cal, con el sol dando todo el día sobre las lozas y unas calles de tierra apisonada por el paso de los dolientes. Son lugares en los que, por lo general, sólo se escucha sollozar. Pero hay un camposanto en el pueblito de Banes que ha albergado insólitos gritos en estos doce meses. Cruces alrededor de las cuales la intolerancia no ha tenido pudor, no ha bajado la voz a la manera que se hace ante una lápida. Desde hace varios días, para colmo, la entrada del lugar está vigilada, como si los vivos pudieran controlar el espacio donde yacen los muertos. Decenas de efectivos de la policía quieren impedir que amigos y conocidos de Orlando Zapata Tamayo vayan a conmemorar el primer aniversario de su muerte.

Quienes ahora mismo patrullan alrededor de la tumba de este albañil saben muy bien que nunca podrán acusarlo –como hicieron con otros– de ser un miembro de la oligarquía que pretendía recuperar sus propiedades. Este mestizo, nacido después del triunfo de la revolución, que no fue autor de una plataforma política ni se alzó en armas contra el gobierno, se ha convertido en un símbolo inquietante para quienes se aferran –ellos sí– a las posesiones materiales que alcanzaron con el poder: las piscinas, los yates, las botellas de whisky, las abultadas cuentas bancarias y las mansiones por todo el territorio nacional. Un hombre criado bajo el adoctrinamiento ideológico se les escapó por la puerta de la muerte y los dejó al otro lado del umbral, más débiles, más fracasados.

A veces, el final de una persona lo coloca para siempre en la historia. Es el caso de Mohamed Bouazizi, el joven tunecino que se prendió fuego frente a un edificio gubernamental porque la policía le había confiscado las frutas que vendía en una plaza. Las consecuencias de su inmolación eran totalmente impredecibles, mucho más el “el efecto dominó” que desencadenó en el mundo árabe. La muerte de un cubano, ocurrida el 23 de febrero de 2010, le ha creado al gobierno una incómoda efeméride en el almanaque. Ahora mismo, cuando Raúl Castro se apresta a celebrar sus tres años al mando de los timones de la nación, muchos se preguntan qué va a ocurrir en Banes, en el pequeño cementerio donde los difuntos están más patrullados que los presos de una cárcel.

Aunque la policía política rodea a muchos, no podrá impedir que durante esta semana –en el interior de las casas– sea más evocado el nombre del difunto Zapata Tamayo que el largo rosario de cargos del General Presidente.

Obama el indolente

Obama el indolente

El presidente americano aseguró en 2009 en El Cairo que "ningún sistema puede o debe ser impuesto por una nación sobre otra". Ha ido, en Libia, un paso más allá: ni sugerido, ni defendido, ni mencionado.
Stevie Wonder al menos no es sordo
Stevie Wonder al menos no es sordo

Por GEES

Los que viven en tiranía y desesperación pueden saber que los Estados Unidos no (...) excusarán a sus opresores. Cuando defiendan la libertad, la defenderemos con ustedes. Los reformistas democráticos que se enfrentan a la represión, la prisión o el exilio pueden saber algo: América os ve como lo que sois, los futuros líderes de vuestro país libre.

Esto lo dijo Bush, porque Obama es otra cosa. Así, cuando el otro día uno de los hijos de Gadafi afirmó que el régimen "lucharía" contra su población "hasta la última bala", un funcionario del departamento de Estado reaccionó asegurando que los Estados Unidos estaban "analizando el discurso de Saif al-Islam Gadafi, para ver las posibilidades que contenía de una reforma significativa". En serio, no les engañamos.

El presidente americano aseguró en 2009 en El Cairo que "ningún sistema puede o debe ser impuesto por una nación sobre otra". Ha ido, en Libia, un paso más allá: ni sugerido, ni defendido, ni mencionado. Esta indolencia en el ejercicio de la influencia americana hará que ésta la ejerzan otros, como los islamistas. Puede traer consecuencias desastrosas en la zona más delicada del mundo, en que América tiene intereses, y nosotros, frontera.

A pesar de, o más bien debido a, las legítimas preocupaciones acerca de lo que haya de venir después, la cosa es francamente inexplicable. No es sólo que en la situación actual a Gadafi le abandonan sus diplomáticos, sus ministros o soldados, sino que junto con Bin Laden y Hezbolá es quien mayor sangre ha derramado con el terrorismo que Occidente está combatiendo en Afganistán y, en menor medida, por haberlo ya vencido, en Irak. De hecho, uno de los éxitos de la invasión de Irak –la diferencia entre Sadam ajusticiado por los iraquíes y Gaddafi disparando a los libios–, fue la reacción de este de detener su programa atómico. Es decir que, si no fuera por Bush, el caos sería aún más grave, con armas nucleares en juego. Hasta entonces Gadafi había asesinado americanos en Londres, Berlín occidental y, por supuesto, en Lockerbie, Escocia, donde mató a 270 personas haciendo explotar un vuelo de Pan Am. Uno de los autores directos de este atentado fue liberado hace dos años por razones "humanitarias" de una cárcel británica. Está hoy más vivo que los miles de víctimas de la represión de Gadafi.

¿Es una declaración de condena por parte del líder del mundo libre pedir mucho? ¿Ayuda humanitaria, impedir la llegada de mercenarios del sur, levantar el bloqueo de las comunicaciones, involucrar a la ONU? Tampoco.

Ante las revueltas en Oriente Medio, cualquiera ve que el genio ha salido de la botella y que no es posible regresar al momento en que nosotros escribimos, citando a Kennedy, que había tres posibilidades: la democracia, la continuidad de regímenes reformados o la dictadura islamista, y que, siendo deseable la primera, si no se podía evitar la tercera, más valía quedarse con la segunda. La que parece seguirse de momento en Túnez y Egipto. A estas alturas, sin embargo, en lugar de seguir improvisando y ya que no hay vuelta atrás, Obama tiene dos deberes. Hablar con claridad a favor de la democracia. Si no quiere seguir la estela de Kennedy, Truman, Wilson, FDR o Bush, no hace falta. Explique, con sus propias palabras, como en el cole, la revista de Harvard, o la comunidad de vecinos, por qué es mejor la democracia que la tiranía. Y segundo, apoyar a las personas individuales en contra de los regímenes que los oprimen y los matan. Creíamos que iba de suyo, pero parece que no.

Por último, en lugar de temer qué nos va a pasar, discurrir sobre qué podemos hacer. Obama haría bien en orientar estos países hacia la democracia apoyando a las fuerzas más moderadas y liberales en contra, explícitamente, de las represivas o islamistas –con las que estamos en guerra en esas mismas latitudes– y en elaborar, de una vez, una estrategia coherente.

Obama, haz algo. Ya.

Cruzando el Rubicón en Wisconsin

Cruzando el Rubicón en Wisconsin

La nación se enfrenta a una crisis fiscal de proporciones históricas y, extraordinariamente, nuestro confundido, paralizado y presuntamente averiado mecanismo político ha producido una nitidez singular.

Doctora progre de Wisconsin, emitiendo certificados falsos de enfermedad para algunos protagonistas de la huelga ilegal de docentes en dicho estado
Doctora progre de Wisconsin, emitiendo certificados falsos de enfermedad para algunos protagonistas de la huelga ilegal de docentes en dicho estado
Por Charles Krauthammer

La multitudinaria confusión que domina ya las legislaturas de Wisconsin, Ohio e Indiana y dentro de poco algunas más marca un momento político épico. La nación se enfrenta a una crisis fiscal de proporciones históricas y, extraordinariamente, nuestro confundido, paralizado y presuntamente averiado mecanismo político ha producido una nitidez singular.

A nivel federal, los presupuestos del Presidente Obama dejan claro que los Demócratas están decididos a no hacer nada a efectos de la crisis de la deuda, mientras los legisladores Republicanos han anunciado que más allá de sus recortes propuestos en el gasto administrativo independiente de la defensa, sus presupuestos de abril van a proponer en la práctica la reforma real de lo social. Simultáneamente, en Wisconsin entre otros estados, los gobernadores Republicanos se están ocupando de las pensiones y las obligaciones sanitarias insostenibles y fiscalmente ruinosas, mientras los Demócratas acuden a todo trapo en apoyo de los sindicatos de funcionarios al grito de "Ni se le ocurra".

Una elección a hacer, no un patrón a repetir: unos Demócratas que desesperadamente defienden el estatus quo; unos Republicanos que acuden a las barricadas.

Wisconsin es el epicentro. Empezó con cuestiones económicas. Cuando el Gobernador Scott Walker propuso que los funcionarios públicos del estado aportaran una parte mayor de su nómina a los planes de pensiones y de salud, inició una revolución. Los maestros se ausentaron por enfermedad. Los centros escolares cerraron. Los manifestantes se agolparon en el capitolio del estado. Los senadores Demócratas abandonaron el estado para paralizar la Legislatura.

Desafortunadamente para ellos, tan telegénico panorama de estilo El Cairo mal copiado concentró la atención nacional sobre la polémica -- y sobre los atractivos términos de los acuerdos que los sindicatos del sector público llevaban años cerrando. Se les retenía una quinta parte de centavo por cada dólar de su nómina en concepto de sus pensiones y la cuarta parte de lo que se retiene a los trabajadores del sector privado en concepto de seguro médico.

Los sindicatos entendieron rápidamente que el más del 85% de Wisconsin que no forma parte de este privilegiado colectivo de interés no iba a ver con buenos ojos que "los empleados públicos" se opusieran a unos ajustes que les siguen reteniendo en concepto de pensión menos que a los empleados del sector privado. Inmediatamente capitularon y dijeron estar protestando por la otra sección del anteproyecto, la sección relativa a la negociación del convenio colectivo.

Efectivamente. Walker comprende que un recorte puntual no significa nada. La tesitura económica del estado -- un déficit presupuestario de 3.600 millones de dólares a los dos próximos ejercicios -- no se produce porque sí. Se presenta sobre todo a causa de un desequilibrio de poderes durante medio siglo entre los sindicatos y los políticos con los que negocian colectivamente.

En el sector privado, el capitalista sabe que cuando negocia con el sindicato, si se deja llevar por las buenas intenciones, perderá hasta la camisa. En el sector público, los políticos que aprueban cualquier acuerdo no se están jugando ninguna parte de su dinero. Muy al contrario, cuanto más favorable sea el grado al que cedan a las exigencias sindicales, más probable será que sean receptores de la generosidad sindical a las próximas elecciones. Es el entramado perfecto.

Para corregir estos incentivos perversos que benefician a las dos partes de la negociación a expensas del contribuyente, el anteproyecto de Walker limita cualquier futura negociación entre gobierno y sindicatos exclusivamente a los salarios. Excluidas de las negociaciones quedarían las pensiones, los términos favorables de una negociación así más fácilmente ocultables que hay que pagar después de que los políticos que los negociaron hayan desaparecido. El anteproyecto también obliga a que los sindicatos sean homologados cada año y a que las cuotas de afiliación sean voluntarias.

Reconociendo esta amenaza al poder sindical, el Partido Demócrata anda metiendo dinero a manos llenas en la batalla. Los sindicatos del sector privado se han contraído hasta menos del 7% de la mano de obra. La fuerza de los Demócratas reside en los funcionarios públicos que constituyen ya la mayoría de la población activa afiliada a un sindicato y brindan un apoyo masivo al partido. Para ellos, Wisconsin representa un efecto de contagio peligroso.

De ahí el interés del momento actual - su claridad cegadora. Aquí tiene a los Demócratas, avatares del progresismo reaccionario, tratando desesperadamente de aferrarse a los réditos de sus glorias pasadas -- desde la insostenible protección social federal de los ancianos promulgada cuando la esperanza de vida era de 62 años a las masivas promesas por escrito hechas a los sindicatos del sector público cuando las arcas del estado estaban llenas y nadie prestaba atención.

Los Demócratas de Obama se han convertido en el partido del no. ¿Recortes de verdad a los presupuestos federales? No. ¿Reforma del bienestar? No. ¿Reforma tributaria? No. ¿Desmantelar la simbiosis corrupta y fiscalmente insostenible entre los sindicatos del sector público y las administraciones estatales? Ni se le ocurra.

Hemos escuchado a todo hijo de vecino -- desde la propia comisión de deuda de Obama al jefe del Estado Mayor - llamar amenaza mortal a la nación a la inminente crisis de la deuda. Hemos visto inmolarse a Grecia. Podemos ver el futuro. La única pregunta ha sido: ¿Cuándo va a despertar de una vez el país?

Sorprendentemente, la respuesta es: ahora mismo. Encabezada por el reconocidamente progre estado de Wisconsin - Scott Walker a nivel estatal y el secretario del Comité Presupuestario Paul Ryan a nivel legislativo - una nueva generación de Republicanos ha visto la deuda y está cruzando el Rubicón. Temerariamente seguros, plantean la pregunta a la nación: ¿Somos serios?

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